Luis Rubio/ Fin de una mitología

AutorLuis Rubio

La reciente elección va a cambiar a México y a la política mexicana para siempre. No se trata de un mero cambio de personas o partidos en el poder, sino del rompimiento de un sistema que se mantuvo en el poder por décadas, apoyado en estructuras de legitimidad muy desarrolladas que con el tiempo se erosionaron, hasta colapsarse. Todo en el país va a tener que adaptarse a una nueva realidad y la política exterior no será la excepción.

Una vez transcurrida la elección, es fácil ridiculizar el reinado del PRI. Sin embargo, por más que muchos críticos a lo largo del tiempo, en México y en el extranjero, caracterizaran al PRI como un partido esencialmente autoritario y vertical, la realidad es que gozó de una enorme legitimidad entre la población, ratificada en forma regular a través de las urnas. El PRI nunca fue un partido político en el sentido que los teóricos políticos le dan al término. Su propósito era el control de la población para beneficio de los grupos que lo habían creado. El PRI nació ante la ausencia de un sistema político organizado, con el objetivo de darle estabilidad al país después de años de lucha revolucionaria. A pesar de sus deficiencias, lo más notable fue su enorme éxito. El PRI organizó a la población y le dio al gobierno una base de estabilidad política que le permitió alcanzar décadas de crecimiento económico relativamente elevado. Evidentemente, los costos de ese éxito tampoco fueron pequeños.

El PRI era prácticamente ubicuo. Sus redes y tentáculos se extendían a todos los rincones del país y alcanzaban a las poblaciones más recónditas del territorio. Por mucho tiempo, fue imposible distinguir al PRI del gobierno: uno reforzaba al otro y ambos acababan logrando su objetivo fundamental: mantener el poder con una situación económica razonablemente buena. En su inicio, el PRI incorporó a los líderes de los principales grupos y organizaciones políticas, partidistas, militares, obreras, campesinas y populares y les confirió beneficios extraordinarios, en la forma de acceso al poder y a la riqueza, a cambio de su lealtad al Presidente y al sistema. Por su parte, el gobierno creó organizaciones, empresas e instituciones -desde el Seguro Social hasta la Conasupo- para afianzar su poder y magnificar su presencia en todos los sectores y regiones del país. En adición a ello, construyó una formidable maquinaria electoral que se especializó en la creación de una cultura de intercambio de votos por beneficios concretos. Todo esto...

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