Luis F. Aguilar/ Ingobernabilidad

AutorLuis F. Aguilar

Así como los economistas del Gobierno suelen vender sus ideas advirtiéndonos que si no seguimos sus recomendaciones nos caerán encima males terribles como hiperinflación, devaluación, fuga de inversiones, recesión, así también los políticos y funcionarios del Gobierno agitan el fantasma de la ingobernabilidad para cualquier conflicto que los haya arrinconado y que con frecuencia ellos mismos han provocado con errores, imprevisiones o intentos de pasarse de listos.

Este estilo no es de ahora, viene por lo menos de un par de sexenios atrás. Es la retórica de la catástrofe. Anunciar malas nuevas -la crisis o la ingobernabilidad- parece ser lo que acomuna a nuestros economistas neoclásicos y a nuestros políticos neodemócratas. Y les ha dado resultado. Cuando se reclama al Gobierno por derechos incumplidos (ver el caso de los gobernadores, reclamando al Gobierno federal claridad informativa y fluidez en la entrega de las participaciones que corresponden a sus estados y de otros fondos) o cuando se tienen propuestas alternativas a los proyectos de desarrollo de las autoridades (ver el caso de las reformas estructurales), la retórica de la catástrofe es la manida respuesta gubernamental. La propuesta que discrepa de la del funcionario experto es equivocada y tendrá efectos terriblemente nocivos para el País si es puesta en práctica. El cuestionamiento a la acción de gobierno es el comienzo del fin y nos pone al borde de la ingobernabilidad. El catastrofismo se ha vuelto la normalidad en la argumentación política.

Es enteramente explicable que los políticos no sean mesurados y objetivos cuando están en público. Las cosas tienen que estar siempre estupendamente bien o tremendamente mal. A punto de catástrofe o de transfiguración. La exageración es su género literario y su especialización. Es natural que se comporten así. Si la sociedad no estuviera siempre a punto de desfondarse o a punto de transfigurarse, los políticos no tendrían razón de ser o por lo menos no la importancia que dicen tener. La política debe ser presentada siempre como una actividad extraordinaria, la que tiene a su cargo nada menos que detener la catástrofe social y crear un futuro social resplandeciente. Lo normal no existe en política. Todo tiene tamaño extragrande, excepcional, menos la respuesta a los problemas.

A la natural grandilocuencia de la política pertenece el creciente uso dramático del término "ingobernabilidad", otro más de los términos distintivos, equívocos y de...

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