Luis F. Aguilar / El test de las reformas

AutorLuis F. Aguilar

Comenzar a hablar acerca de las reformas de fondo pendientes puede ayudar a despejar el clima político agresivo e inculpador, que se ha vuelto costumbre en nuestra política y que se ha agudizado en estas semanas alrededor de la discusión sobre los ingresos y egresos que el Estado mexicano requiere para poder operar en el 2010. La agenda (no hay más que eso) de la reforma regulatoria completa, enunciada por el presidente Calderón, y la de la reforma política, enunciada por el secretario Gómez-Mont y por el senador Beltrones, son importantes y cruciales porque la regulatoria puede crear las condiciones que facilitarían tal vez un mayor desempeño económico de las empresas del país y porque la reforma política haría que nuestros inestables y deficientes gobiernos democráticos tuvieran tal vez más orden y eficacia gubernativa. Sin embargo, el futuro de esas reformas pende del hilo de la aprobación de la Ley de Ingresos y del Presupuesto de Egresos del Estado para el 2010.

La probabilidad de aprobar las reformas de fondo y la esperanza de que su contenido sea el apropiado dependerán en mucho del modo como se apruebe el balance financiero de la hacienda pública del 2010. Su proceso de aprobación nos mostrará la posición real de nuestra clase política respecto de la reforma de las finanzas públicas y de las demás reformas, fundamentales para la viabilidad y significación del país. Sabremos si nuestros políticos tienen voluntad, mente y capacidad directiva, si son clase dirigente o simplemente personas que decidieron que la política iba a ser su fuente de ingresos para pasar la vida. Sabremos si nuestra clase política se planteará seriamente cuál es el camino para salir del atasco en el que nos encontramos y cuáles son los socios con quienes se puede dar forma a un grupo hegemónico que mueva el país hacia situaciones de bienestar y seguridad o si, en cambio, seguirá fragmentada, polarizada, autocontenida, pensando sólo en las elecciones y en sus beneficios propios, incapaz de acuerdos básicos y, por ende, carente de capacidad para dirigir al país.

Podremos ser optimistas respecto de la posibilidad y alcance de las reformas si la aprobación de los ingresos y egresos estatales para 2010 es el primer producto de una dirigencia política amplia, el resultado de una coproducción del Ejecutivo y de una coalición legislativa diversificada, que a través de sus análisis y negociaciones no renuncian a su visión de sociedad buena, tampoco a sostener sus...

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