Luis F. Aguilar / El riesgo de la prisa

AutorLuis F. Aguilar

Todas las sociedades están en cambio por muchas causas y se ven obligadas a realizar reformas legales, políticas y económicas para conducir el cambio por el rumbo que prefieren. Lo que las hace diferentes es la magnitud y la urgencia del cambio. En aquellos países en los que las organizaciones públicas y privadas tienen un buen desempeño y hacen posible una vida personal y social aceptable, las reformas son más bien ajustes y precisiones en algunas de las actividades e instituciones, sin grandes rupturas con el modo establecido de convivir, pensar, trabajar, desarrollarse, comunicarse, gobernarse. En los países en los que la disfuncionalidad social es extensa por el pobre o irregular desempeño de las instituciones públicas y privadas, las reformas están obligadas a ser radicales, discontinuas con lo que existe y a realizarse con urgencia y resolución, sin tiempo que perder. Mientras en unos países las reformas tienen el objetivo de mejorar situaciones sociales defectuosas, en otros las reformas van más a fondo y se emprenden para que la sociedad funcione: para que el Estado sea de verdad y de derecho, los jueces juzguen imparcialmente, las policías controlen la delincuencia, los delitos no queden impunes, el sistema educativo eduque, los trabajadores trabajen, las empresas compitan e innoven, los políticos se ocupen del interés público y los gobiernos gobiernen, en suma, para que la realidad social se parezca a su concepto y nos ofrezca un entorno de vida pasable, razonablemente seguro y cercano a lo que su Constitución política prescribe y garantiza.

El país se encuentra en estos meses en medio de una ola de reformas más bien radicales y, por ende, en un momento en el que los políticos ocupan el escenario, pues son los protagonistas de las reformas. En política hay un primer acto en el que políticos y ciudadanos a través de variadas formas de interlocución e interrelación, desde polémicas inflamadas y movilizaciones hasta negociaciones, señalamos y definimos los problemas que nos agobian, discutimos las propuestas de solución, criticamos las soluciones inapropiadas que se perfilan y advertimos sobre la intromisión de grupos de interés distorsionadores o sobre consecuencias indeseadas. La agenda de las reformas es una coproducción entre los políticos y los ciudadanos.

Pero el segundo acto de la política ocurre cuando las...

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