Luis F. Aguilar / Reformas

AutorLuis F. Aguilar

Aparecen de pronto, expresan un estado de ánimo, gustan, convencen, motivan a la acción y la justifican. Son las palabras emblemáticas de una época o de un tiempo social, que han sabido captar la agitación intelectual y política de la sociedad, recoger su impaciencia y cuestionamientos y proponer una solución. Las palabras emblemáticas de nuestra historia nacional son independencia, reforma, revolución, desarrollo. Las nuestras de los últimos años han sido "democracia", "alternancia", "reforma del Estado", "sociedad civil". El problema de estas palabras supremas no es su cautivador tono emocional o moral ni su capacidad de movilización política, sino su contenido conceptual defectuoso, parcial, que descarta otras dimensiones esenciales de la realidad que denota y que, a pesar de ello, se presenta como panacea social. Tenemos ahora otra palabra arrolladora, "gobierno de gabinete", que gusta a los legisladores, los dueños de las reformas, y que otros muchos repiten y aplauden, sin detenerse a estimar las consecuencias políticas y sociales de su establecimiento ni saber si tal forma de gobierno va a disminuir o empeorar el problema de la ineficacia directiva de la democracia.

Una palabra emblemática con concepto defectuoso, estrecho, y con efectos indeseados ha sido justamente "democracia". La obligada democratización del viejo régimen en crisis fue entendida como transición democrática, la transición como alternancia y ésta como algo que debía suceder antes que todo en el nivel de la Presidencia, con la idea fija de que la llegada de otro partido u otro hombre a la Presidencia detonaría el cambio político y de ahí el cambio social. La alternancia emblemática dejó fuera la idea de la democratización como trabajo conjunto de crear el orden institucional propio de la democracia a fin de que los gobernantes elegidos tuvieran la capacidad de gobernar. El resultado de la visión estrecha del problema fue que la alternancia significó casi nada.

Ante la equivocación corrimos al taller de reparaciones, que hemos dado en llamar reforma del Estado, y entendimos tarde que debíamos llevar a cabo muchas reformas, institucionales, fiscales, administrativas, políticas, a fin de que el gobierno democrático pudiera coordinarnos y conducirnos hacia algún lugar de valía. En estos meses se aprobó una reforma fiscal que ha hecho más rico al Estado mexicano y le ha dado la capacidad de gastar más (¡2 billones 569 mil millones de pesos!, el equivalente al 25 por...

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