Luis F. Aguilar / La izquierda desesperante

AutorLuis F. Aguilar

La Semana Santa, entre la fe religiosa y el inicio de la primavera, nos quiere decir algo acerca de la vida humana o de lo que quisiéramos que la vida humana fuera. Nos habla de liberación, renovación, renacimiento, resurrección como posibilidades reales de vida a pesar de las oscuridades del sufrimiento, la injusticia, la violencia, la muerte. Sus narraciones, ideas y alegorías, referidas a un plan divino o al ciclo de la naturaleza, nos dicen que la esperanza es algo propio de la existencia humana y que las situaciones precarias y adversas de la vida no son definitivas. Suena bien, ilumina y hasta consuela, pero es muy difícil creer en el mensaje de esperanza cuando los hechos nos aplastan y recortan, o cuando lo prosaico o lo degradante de la vida personal o asociada se repite cansinamente. Con frecuencia más que estar esperanzados queremos esperar, queremos que la esperanza no sea un autoengaño, una espera a lo tonto de algo que empero nos importa por su valía y seguimos queriendo pudiera realizarse.

Las dudas sobre la esperanza nos asaltan cuando sabemos que no tenemos el control de los factores que determinan el paso de nuestras vidas. Por eso, la política, que suele despertar esperanzas colectivas, se vuelve las más de las veces una actividad desesperante o desesperanzadora, pues no tenemos el control de sus procesos oscuros ni de sus numerosos tripulantes, que sabemos son escurridizos, oportunistas y de malicia dosificada. El último ejemplo de la desesperanza en política es de estos días.

Las elecciones de la dirigencia nacional del PRD, que tuvieron lugar el Domingo de Ramos, se convirtieron en un calvario para sus militantes y directivos y no terminaron en resurrección. La Semana Santa ha de haber resultado desesperanzadora para los que esperaban que en México la izquierda pudiera ser una opción política confiable. No ha podido acreditarlo. Las tramposas elecciones para seleccionar la dirigencia del PRD han sido devastadoras para su confiabilidad política. La opinión pública nacional ha sido unánime y dura en la condena a las prácticas vulgares de corrupción, clientelismo barato, engaño y arbitrariedad que ocurrieron en la jornada electoral perredista y en los días siguientes de cómputos volátiles y contestados. Las facciones siguieron la lógica de alcanzar el poder por cualquier medio y a cualquier costo, lo que explica el sinnúmero de sus torpezas, infracciones e inmoralidades. Por primera vez, el enjuiciamiento de la sociedad a...

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