Luis F. Aguilar / Es apenas el comienzo

AutorLuis F. Aguilar

Hemos recordado ayer el nacimiento de Jesucristo, el hecho religioso fundador de la cultura occidental. Hemos comenzado una nueva era según el tiempo maya e iniciado un nuevo gobierno federal y estamos por empezar un nuevo año. En este clima de comienzos y nuevos principios es espontáneo y lógico pensar, creer, esperar, desear que existan probabilidades de renovación, cambio, innovación, mejora, transformación de nuestro mundo de vida social y personal. Las probabilidades existen pero no caen del cielo.

Los factores que impulsan los cambios en nuestra vida personal son varios, profundos, únicos, y sabemos que son el conocimiento, el sentimiento, la ética, el arte, la fe religiosa. En cambio, los factores de cambio y renovación del orden social en que se desenvuelve nuestra vida son el poder político, la actividad económica y los vínculos morales y afectivos de nuestras solidaridades y agrupaciones, que constituyen los tres grandes recursos colectivos que poseemos para hacer que la vida en sociedad no sea un desastre. Simplemente nuestra sociedad no podrá romper sus ataduras, corregir sus fallas y evolucionar hacia situaciones de una convivencia de mayor calidad, si no ocurren cambios en esos tres factores cruciales de nuestras vidas: el poder público, los intercambios económicos, la trama del tejido social.

Es posible que algunos creamos que si se arregla la política o se compone la economía o se rehacen las relaciones sociales comenzaría a tomar forma un nuevo orden social, como si bastara arreglar uno de esos tres recursos fundamentales de la sociedad para que en cascada los otros se restablezcan. En realidad debemos trabajar en las tres dimensiones, cada una de las cuales tiene su propia estructura y lógica de acción, sus propios fines, instrumentos, problemas, incentivos. Tal vez es sensato aceptar que los poderes públicos, por el alcance de sus leyes, poderes, recursos administrativos, magnitud de gasto, pueden contribuir a facilitar que economía y sociedad se renueven y cambien, pero la política y gobierno no bastan si las personas no reconstruyen sus normas de interrelación y si capital y trabajo no asumen con mayor brío y responsabilidad social sus actividades de innovación, producción, distribución de bienes y servicios.

La situación actual del poder público merece un breve comentario. Poner en su lugar a los poderes fácticos no es sin más restaurar la dignidad y autoridad del poder público que, para llegar a ser realmente tal...

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