Luis Eduardo Villarreal / La despensa como tesis

AutorLuis Eduardo Villarreal

Casi termina la temporada de huracanes, no así los efectos devastadores de "Stan" y "Wilma", últimos fenómenos que dejaron, por decir lo menos, una estela de destrucción en comunidades y municipios del sureste mexicano.

Pillaje, hambre, enfermedades, poblaciones inundadas y aisladas, siembras y cosechas arrasadas, por un lado; improvisaciones, descoordinación, ayuda insuficiente, a cuentagotas, por el otro.

Los reflejos gubernamentales ante grandes emergencias acusan una distancia abismal. Frente a "Stan", el huracán de los pobres, el auxilio se vio lento, poco coordinado; ante "Wilma", el huracán de los ricos, todo fue diferente.

Cancún, el destino turístico más rentable del país, fue escenario del sórdido contraste entre las áreas habitacionales de los nativos, casi dejados a su suerte, y la zona hotelera, en vías de reactivación con todos los recursos.

La circunstancia deja al descubierto no sólo las preferencias, los intereses y las conveniencias del gobierno a la hora de reconstruir las áreas dañadas, sino el concepto que subyace a la movilización ante la emergencia.

Salta a la vista la generosidad de una nación con cultura solidaria, pronta a responder ante las urgencias. Las despensas, el agua, las medicinas, los cobertores, desde luego, son indispensables, pero eso no es todo.

En zonas depauperadas, en donde un meteoro hace que llueva sobre mojado, no bastan la caridad social y la asistencia gubernamentales, se requiere además la restauración del atraso histórico.

Tonalá, Chiapas, por ejemplo, es un municipio pobre, de por sí damnificado; y ahora con "Stan", 60 de sus 96 comunidades quedaron incomunicadas porque se perdieron caminos, puentes y hospitales.

El daño no se ciñe a la devastación física o de infraestructura; después de la tormenta, lo que apremia es el problema sanitario ilustrado por gripes, diarreas, conjuntivitis, enfermedades de la piel, deshidratación.

Sin una inversión sustantiva del gobierno federal, quizá no del monto que se gestionó para restaurar los hoteles de Cancún y la Riviera Maya, la recuperación de estos pueblos pronto se tendrá que medir por décadas.

Insisto. La devastación fruto del paso de ambos huracanes deja descubierta la racionalidad de un gobierno funcionalista, que sólo quiere ver el remedio de estos males con paliativos no de mediano y largo plazo.

"¿Se necesita reconstruir un puente? Se giran instrucciones a la dependencia correspondiente, y listo. ¿Qué otra cosa, medicamentos? Dejemos en ese...

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