Luis F. Aguilar / Vacaciones

AutorLuis F. Aguilar

Medio mundo está de vacaciones. Desde el vocero de la Presidencia hasta los padres de familia con sus criaturas, desde los periodistas de alto impacto hasta los altos ejecutivos del sector público y privado, desde los universitarios hasta los trabajadores, empleados y burócratas. No es una mala idea irse de vacaciones, romper con los rituales y las obligaciones de la rutina, relajarse, disfrutar, preguntarnos si nos lleva a algún lado la agitación (laboral, informativa, telefónica, telecomunicacional, automovilista, crematística, altruista, ciudadana, "política"...) en la que se desenvuelve nuestra vida cotidiana y regresar tal vez a valorar dimensiones de la vida personal, familiar y asociada, que hemos descuidado. Las vacaciones tienen efectos saludables al cortar de tajo con el activismo de nuestra actividad laboral, social y ciudadana. Representan el ocio humano que, en tanto se deslinda del negocio, no tiene por qué ser la madre de todos los vicios sino la oportunidad para examinar si vale la pena seguir ocupándonos en actividades y productos que han perdido su valor personal o social.

Lo extraño es que, a diferencia de la gran mayoría de los ciudadanos, los políticos de este país no toman vacaciones, no les gustan las vacaciones, porque el descanso se vuelve incómodo, los lleva a plantearse preguntas sobre lo que están haciendo, los obliga a reflexionar, y en la intimidad les hace reconocer que algunas o muchas de sus decisiones no han sido ni inteligentes ni responsables. En nuestra cultura los políticos son de tiempo completo, trabajan las 24 horas casi todos los días del año, se levantan como campesinos muy temprano y se acuestan después de la medianoche, su vida privada es casi inexistente atrapados en el laberinto de ineludibles relaciones públicas con sus clientes y con los que cuentan. El supuesto de su incansable laboriosidad es grandioso, descansa en la idea de que son socialmente indispensables. La sociedad se colapsa, si se ausentan, se retiran a descansar, no están en oficina. La gente común puede irse de vacaciones y no pasará nada, pero si los políticos se van de viaje, se despiertan tarde, leen algo más que columnas políticas, oyen música y no sólo las opiniones de la radio, se acuestan en un camastro a tomar el sol... la consecuencia será seguramente que la economía nacional se desploma, el crimen se desborda, habrá un conflicto internacional y sus adversarios complotarán en su contra. Así lo creen estos seres...

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