Luis F. Aguilar / Nuevo gobierno

AutorLuis F. Aguilar

No existen puntos de partida limpios, incondicionados, sin lastres y restricciones. Lo sabemos personalmente y lo saben los directivos de instituciones y empresas. El concepto religioso de pecado original alude justamente a la limitación que grava la existencia humana en todo momento. No hay tal cosa como un inicio sin condiciones, enteramente libre. En sentido estricto no hay origen en la existencia humana, todo comienzo arrastra el fardo de un pesado pasado, personal y social. En mucho lo que llamamos libertad consiste en liberarnos de los límites de nuestros puntos de partida en la vida y en ampliar nuestro margen de acción. Tenemos entonces que identificar nuestros defectos y límites, aceptarlos e intentar emplearlos como materiales para realizar nuestros objetivos y sueños. Sólo la "reingeniería" de procesos y organizaciones se ha atrevido a sugerir que se puede comenzar de nuevo y rediseñar totalmente una firma o una institución como si tuviéramos una página en blanco. Tal vez una firma de manufactura o de servicios puede reordenarse de pies a cabeza y romper con las inercias limitantes de su pasado, pero es improbable una reingeniería de la sociedad toda, del Estado o de la política, que plasman largas historias sociales, enredadas e insuprimibles. La idea de tábula rasa en la vida personal o asociada es una fantasía, como lo es también la del cambio o la de revolución.

Este largo rodeo pretende señalar la obviedad de que el nuevo gobierno arranca cargando el fardo de las limitaciones y deformidades del reciente pasado electoral y político, las restricciones de la estructura económica del país, el lastre de su pesada y desarticulada administración pública, sin mencionar las notorias deficiencias de los otros poderes públicos. Seguramente no faltará el desentonado que en su pesimismo añada que sobre la buena fe y determinación del nuevo gobierno pesan la psicología y el ser (!) del mexicano, terribles ataduras que impiden que la democracia alce el vuelo, se asiente el Estado de derecho y el gobierno esté en capacidad de resolver los problemas sociales viejos y nuevos. El hecho es que el nuevo gobierno, al momento de arrancar, carga con muchas restricciones y debilidades, que deberá tomar en serio, reconocer y procesar.

El límite más aparatoso del nuevo gobierno es la creencia de algunos sectores sociales de que la Presidencia es espuria, ilegítima, débil y de derecha. Ese juicio o prejuicio dramático acompañará a la Presidencia...

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