De lugar sagrado a espacio recreativo

AutorAlejandro Rosas

Aquella elevación ha sido considerada un lugar tocado por la divinidad. Sus árboles y manantiales brindaron refugio al pueblo del sol, que hacia el año 1250 detuvo su mítica peregrinación en Chapultepec. Los aztecas se hicieron fuertes en el cerro, lo fortificaron, levantaron una albarrada y resistieron las agresiones de los pueblos vecinos. Desde lo alto, los hombres que salieron de Aztlán divisaron el valle de México y de allí partieron para fundar la ciudad en el lago, centro del universo azteca.

En las faldas del cerro construyeron un palacio y en la cima un adoratorio que le otorgó al bosque un sentido de lugar sagrado. En las primeras décadas del siglo 15, Nezahualcóyotl habitó el palacio edificado en el cerro del Chapulín y sembró con sus propias manos los ahuehuetes.

Los emperadores aztecas disfrutaron en su recreo del "agua más clara que el cristal" proveniente de las profundidades de Chapultepec. Las albercas naturales en el interior del bosque, la paz de la naturaleza y la tranquilidad del lugar hicieron de Chapultepec uno de los lugares más frecuentados por los tlatoanis aztecas. Su fascinación y respeto por el lugar quedó plasmado en las rocas del cerro donde fueron esculpidas las efigies de Tlacaélel, Moctezuma Ilhuicamina, Ahuizotl y Axayácatl. Era el tiempo de los aztecas, tiempo también de Chapultepec.

Polémica construcción

Al consumarse la conquista, Chapultepec no perdió importancia. En los años inmediatos a la caída de Tenochtitlan (1521), la gente solía dejar la ciudad y visitar el bosque. En 1528 el ayuntamiento autorizó a Juan Díaz del Real a "vender allí pan, vino y otros mantenimientos a los que fueran a holgar".

El virrey don Luis de Velasco dedicó el bosque al emperador Carlos V, ordenó cercarlo para evitar que los cazadores acabaran con las especies animales y soltó en sus alrededores una raza de perros lebreles que pronto se propagó. Los representantes del rey de España reconocieron las bondades del lugar y, en lo alto del cerro, sobre los restos del adoratorio prehispánico, autorizaron la construcción de una ermita dedicada a San Francisco Javier y planearon la construcción de una residencia de recreo.

Con los años, nuevas construcciones se abrieron paso entre la naturaleza: el célebre Molino del Rey -donde trituraban trigo y maíz-, una fábrica de pólvora establecida en 1764 -que antes de estallar definitivamente el 19 de noviembre de 1784 se incendió en cuatro ocasiones- y el castillo de Chapultepec.

Fue hasta...

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