A como de lugar un caso de tortura

Esposado, con las manos atrás, Luis fue acostado en el piso para que varios policías le jalaran los brazos y las piernas hacia la cabeza; otros lo pateaban en los costados. Luis no sabía si saldría vivo del lugar. Su única certeza era que se encontraba en el tercer piso del edificio de Arcos de Belén 23, Colonia Centro, de la Policía Judicial del Distrito Federal.

Cuando un agente lo introdujo a un cuarto de ese piso, le advirtió que más le valía denunciar a sus cómplices, pero ante la insistencia de Luis de decir que él no tenía nada que ver en el robo que le imputaban, los golpes no se hicieron esperar.

La mañana del 1 de agosto de 1998, Luis fue detenido por dos agentes judiciales por estar relacionado, según le dijeron, con un robo a casa habitación.

Luego de trasladarlo en varios vehículos y hacerle preguntas, acompañadas de golpes, fue llevado a las instalaciones de la Policía Judicial.

Primero fueron puñetazos en la nuca y patadas en las costillas. Después lo sentaron contra la pared y le colocaron una bolsa de plástico en la cabeza, que ante la angustia de la asfixia rompió a mordidas; con una nueva bolsa plástica continuó el castigo.

El caso de Luis no quedó en el anonimato debido a que presentó su queja ante la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal, en donde denunció los actos de tortura de que fue víctima.

Por los hechos, la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal emitió la Recomendación 3/99, en la que se detallan los hechos ocurridos en el inmueble de la Policía Judicial.

El Castigo

El suplicio de Luis duró alrededor de 45 minutos. Ante la negativa de Luis de aceptar su culpa, los ocho policías que lo interrogaban continuaron con su labor de "investigación", basada en golpes y amenazas.

Como puntapiés y puñetazos en los muslos, el tórax y las costillas no bastaban para que Luis hablara, los agentes metieron al cuarto un colchón en el que lo acostaron. Uno de los policías le detenía la cabeza con una funda y otros más lo sujetaban de piernas y brazos, el castigo consistía en obligarlo a beber agua mientras otros de los agentes le pegaban en garganta y estómago.

Ante la negativa de Luis para decir en dónde tenía lo presuntamente robado, el recurso de los investigadores fue bajarle el pantalón para que uno de los policías le diera cuatro puñetazos en los testículos.

"Este cabrón no afloja, trae los toques para que chingue a su madre de una vez", dijo uno de los agentes, de acuerdo con la narración de los...

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