Lucrecia Lozano / Víctimas y victimarios

AutorLucrecia Lozano

Las historias recientes de acoso y abuso sexual en instituciones universitarias de la Ciudad nos han impactado como comunidad.

Lamentablemente no estamos frente a hechos inéditos y aislados. Se trata de situaciones repetitivas que configuran, casi, un fenómeno social y que hasta ahora parecían invisibles porque las encubría el silencio institucional, la persistencia de actitudes y prácticas discriminatorias y machistas y el temor de las víctimas.

Las denuncias de acoso y abuso contra el poderoso productor de Hollywood, Harvey Weinstein, han trascendido a la meca del cine y de alguna forma favorecieron que esta problemática saliera a la luz pública en nuestro entorno.

Mujeres jóvenes y adultas decidieron romper la cultura del silencio para denunciar y narrar sus propias historias de acoso y abuso sexual y compartir sus temores, frustraciones e indignación.

Son mujeres valientes que se han despojado de las ataduras del miedo. Porque se necesita determinación y valor para hablar como víctimas cuando la sociedad y sus prejuicios obligan a guardar un silencio cómplice negando el problema o no sabiendo cómo lidiar con él, o bien, porque resulta más fácil eludir un tema incómodo para no afectar intereses y continuar viviendo en una zona de falso confort.

Para alzar la voz, las mujeres también requerimos de un entorno receptivo, solidario y comprometido que apoye y refuerce la decisión de hablar y denunciar. No es fácil dar ese paso.

Hacerlo puede acarrear consecuencias: el estigma social -"tú te lo buscaste, tú lo provocaste"-; la negación -"es tu imaginación, las cosas no son así"-; el escándalo -"ni menciones ese tema porque no queremos problemas"-; el rechazo familiar y social; el bullying; las represalias -la pérdida de empleo o la expulsión de un centro educativo-; cargar sobre las espaldas una falsa culpabilidad o sufrir la frustración de no poder cambiar las cosas.

Una nota en el diario El País se refería a las tres torturas que laceran a las víctimas de acoso: la tortura de ser acosada, la tortura de denunciar y la tortura de soportar el penoso proceso que se abre después de denunciar. Un fardo muy pesado de llevar para cualquiera.

Se trata de la terrible doble victimización: quien ha sido víctima de...

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