Lucrecia Lozano / Prueba de fuego

AutorLucrecia Lozano

Estudiosos de la transición democrática en América Latina advirtieron sobre los obstáculos que podían alterar o frenar los ritmos y la orientación de este cambio político. El politólogo argentino Guillermo O'Donnell denominó a estos obstáculos "enclaves autoritarios".

En las experiencias de transformación democrática emanadas de la crisis o el agotamiento de los regímenes autoritarios militares en la región, como sucedió en Argentina, Brasil o Chile en los años 1980-1990, esos enclaves autoritarios estuvieron conformados por la permanencia de sectores golpistas dentro de las Fuerzas Armadas, la subsistencia de grupos paramilitares encargados de la represión y la guerra sucia durante las dictaduras, o la existencia de normas constitucionales surgidas bajo los Gobiernos militares que amparaban los intereses y la sobrevivencia de las fuerzas antidemocráticas.

Los enclaves autoritarios, sin embargo, no se agotan en esos ejemplos. Hay otras manifestaciones de ellos, producto de regímenes que no son dictatoriales o militares, pero sí autoritarios, y que también frenan, distorsionan y obstaculizan la construcción de una cultura y un régimen democráticos. Llamémoslos enclaves no democráticos.

En mi opinión, la reciente actuación del sindicalismo magisterial en México es un ejemplo de ellos.

En sus orígenes, el corporativismo sindical fue una fuerza que organizó a los maestros y apuntaló el estratégico proyecto educativo nacional que impulsaron los Gobiernos de la Revolución Mexicana.

La educación, una singular amalgama de contenidos nacionalistas, laicos, liberales y sociales -inclusive socialistas bajo el sexenio de Lázaro Cárdenas-, fue uno de los ejes de la construcción del México moderno.

Con el tiempo, el sindicalismo corporativo se convirtió en un coto de poder de las camarillas sindicales, en un instrumento de presión política y, en los últimos años, en un obstáculo para modernizar un sistema educativo y una práctica docente que ya no contribuyen a formar satisfactoriamente el capital humano que exige un entorno global crecientemente competitivo.

De ser un instrumento funcional a los intereses del Estado, el corporativismo sindical se volteó en su contra, secuestrando la política educativa y...

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