Lucrecia Lozano / Emotivo y chapucero

AutorLucrecia Lozano

El nacionalismo es un sentimiento, y como tal no tiene raíces en la fría y calculadora razón, más bien se alimenta de la emoción y la exaltación que mueve a pueblos y personas.

Sobran ejemplos de ello en la historia. El más trágico es el del nacionalsocialismo alemán, que condujo a la guerra más devastadora en la historia de la humanidad.

Al concluir ese conflicto surgió la Guerra Fría. Durante las cuatro décadas que ésta existió, el enfrentamiento ideológico entre el liberalismo y el comunismo se sobrepuso al impulso nacionalista que fue el motor de la política y la guerra durante todo el siglo 19 y la mitad del 20. La confrontación de las ideas relegó al nacionalismo al archivo de la historia, aunque éste no quedara sepultado definitivamente por ella.

Y con la misma pulsión trágica que el nacionalismo condujo a la Segunda Guerra Mundial, al terminar la Guerra Fría en 1989 reapareció fortalecido en la Guerra de Los Balcanes, que hizo estallar en pedazos a Yugoslavia y dejó una estela de muerte, violencia, destrucción e intolerancia.

Vivimos una época de resurgimiento del nacionalismo, el cual se alimenta de la crisis del sistema capitalista, que no consigue rearmar el rompecabezas del crecimiento tras el colapso financiero del 2008, y del fracaso de una economía globalizada, cuyos saldos sociales son más desigualdad, más exclusión y más polarización en el mundo.

También está la crisis de las ideologías, que a lo largo de dos siglos y hasta el final de la Guerra Fría trastocaron fronteras, crearon nuevos Estados y movilizaron multitudes animadas por la utopía del futuro promisorio que ofrecían.

Frente a este panorama, el repliegue hacia lo nacional, hoy vestido con el ropaje político del populismo identitario, es una gran tentación.

Esa invocatoria al origen remoto, pese a que el devenir histórico ha transformado ese origen en una nueva realidad, es lo que revive la solicitud del Presidente Andrés Manuel López Obrador al Papa Francisco y al Rey Felipe VI de España para que reconozcan pública y oficialmente los agravios causados por la Conquista a los pueblos originarios hace cinco siglos.

Es un paso necesario para la reconciliación y el perdón, afirma AMLO.

¿Realmente lo es? ¿La relación...

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