Lucrecia Santibáñez / Lecciones de supervivencia

AutorLucrecia Santibáñez

Y el día de hoy, estimado lector, hay elecciones. Algunas recomendaciones para sobrevivir el domingo.

Si alguien le dice que le da una lanita para que vote por el mero bueno, no haga caso. Todos son igual de malos.

Si se levanta sin ganas de ir a la casilla porque le queda lejos o hace calor, o de plano quedó asqueado después de la guerra sucia y se siente cual herido en la Cruz Roja de Bagdad, piense que esto es lo último del bombardeo. Después del 2 de julio, lo más seguro es que los partidos políticos no vuelvan a acordarse ni de su nombre. Quizá hasta lo dejen en paz por otros seis años siguiendo aquella máxima de que más ayuda el que menos estorba.

Si anda usted medio atolondrado y todavía en su camino hacia la casilla anda cambiando de opinión respecto a qué candidato darle su voto, acuérdese de lo que le pasa a un tirador de penaltis frente a la portería. Si la piensa mucho la falla. Ya tuvo su tiempito para pensar y razonar, y seguro pelearse hasta con la vecina por querer votar por ese bruto. Dele duro y recio. Vote sin miedo.

Si siente que estas elecciones, que costaron más de mil millones de dólares (casi la mitad de lo que se invierte en el programa Oportunidades), donde los partidos políticos únicamente en spots de radio y televisión gastaron más de 130 millones de dólares en los últimos 5 meses (este monto equivale a lo que la SEP invierte en la educación de más de 100 mil niños de primaria en todo un año), no se apure. Con todo lo que ganaron las televisoras, tenemos Academias, Bailando por Sueños y Amores Encerrados y Luego Cruzados y Resucitados, para rato.

Hoy hay elecciones y, según lo demuestra la estadística histórica, no es el fin del mundo. No es ni el inicio de una época de oro ni...

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