Lucrecia Lozano/ Guatemala

AutorLucrecia Lozano

Me encuentro en Guatemala, en un viaje de descanso en compañía de mi hija y visitando a amigos entrañables.

La primera vez que visité el país centroamericano era una estudiante universitaria. En Costa Rica tendría lugar el IV Congreso Centroamericano de Sociología, el cual resultó histórico por la profundidad de sus debates y porque logró conjuntar a los más connotados exponentes del pensamiento social latinoamericano.

La discusión del Congreso se centró en torno a los temas del desarrollo y el subdesarrollo en América Latina y en ella dominó la visión crítica de la teoría de la dependencia. Decididos a asistir a tan importante encuentro, un pequeño grupo de amigos identificados por el interés intelectual nos organizamos para conocer América Central.

Eramos un singular equipo, integrado por un japonés, Masaki Takahashi, y tres mexicanas, la regiomontana Esthela Gutiérrez y Roxana Muñoz y yo, originarias del Distrito Federal.

Masaki, eterno enamorado de Ingrid Bergman y platónico pretendiente de una guapa compañera de estudios puertorriqueña, se convertiría en Japón en un destacado investigador especialista en temas de América Latina y Chile. Esthela y yo haríamos de la academia el sentido de nuestra vida profesional, en tanto que Roxana seguiría un camino laboral diferente al de nosotros tres.

Guatemala fue el primer destino de una travesía que se prolongó por casi dos semanas. El segundo punto de aquel viaje fue Costa Rica, con su apasionante Congreso de Sociología, y el último, Panamá, en donde entramos en contacto con una población alegre, con una vocación más caribeña que centroamericana, y en donde conocimos el impresionante Canal de Panamá y la controvertida Zona del Canal, bajo control, en aquel entonces, del Gobierno de los Estados Unidos.

Mi primer contacto con Guatemala fue inolvidable. Me impresionaron el verdor de sus bosques, el azul intenso de sus cielos y la transparencia vibrante de su atmósfera. También me sorprendió el contraste entre la riqueza del país y la pobreza de su población, mayoritariamente indígena y sometida a una ancestral marginación.

Muchos años han pasado desde entonces. En ese tiempo pude regresar a Guatemala en cinco ocasiones. A veces en viajes de recreación, en otras por motivos académicos.

Me tocó estar a principios de los años 80, cuando la represión del Gobierno militar se ensañó sobre la población indígena y se inició el éxodo masivo de los refugiados guatemaltecos a México. Más de 15 mil familias...

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