Lucha una vida por su incógnita

AutorHugo Lazcano

"A lo largo de mi carrera, he conocido a personajes fascinantes, pero El Santo ha sido uno de los que más me han sorprendido como director de cine. Era fuera de serie. Hacía todo para mantener su incógnita", afirmó, en una entrevista concedida a Gente! en 1995, Alfonso Corona Blake, realizador de Santo contra las Mujeres Vampiro (1962), cinta que le dio fama mundial al Enmascarado de Plata.

El trabajo más exitoso del cineasta, fallecido en 1999, fue El Camino de la Vida (1956), la cual recibió en la Berlinale una Mención Honorífica y el Premio de la OCIC, además de cinco Arieles, entre ellos el de Mejor Director.

"Me ofrecieron Santo contra las Mujeres Vampiro en un momento en el que yo quería hacer cosas novedosas. Admito que lo tomé porque necesitaba trabajar, pero yo tenía puestos los ojos en otro tipo de películas: en dramas.

"Me sentía raro dirigiendo una película con hermosas vampiresas de tacones, pero, cuando El Santo llegaba al set, todo era distinto: nos sorprendía. A mí, en especial, me impactaba verlo: su máscara, su capa".

El realizador reconoció que tenía un concepto erróneo del enmascarado. De entrada, dudaba de su capacidad histriónica y temía que, dado que era la estrella de la lucha libre mexicana, fuera caprichoso.

"Gratamente, me encontré con un ser humano especial. A diferencia de algunos actores, él entraba a escena con sus líneas perfectamente aprendidas. No era actor, por supuesto, pero tenía instinto para la cámara. Uno lo orientaba, y él hacía el resto.

"Era amable, muy sencillo y siempre estaba dispuesto a hacer lo que fuera para que la película saliera lo mejor posible. Pero algo que me cautivó, y que nunca lo había dicho, es que en las dos cintas que hice con él (Santo contra las Mujeres Vampiro y Santo en el Museo de Cera) nunca se quitó la máscara. No le vi su rostro. Me decía que luchaba, valga la expresión, para conservar su incógnita", destacó el cineasta.

Corona Blake calificó la experiencia de haber dirigido a El Santo como una lección de vida, pues él había tenido algunos prejuicios hacia el luchador, y este, con su trabajo, los revirtió.

"El Santo proyectaba, con una gran credibilidad y honestidad, que era un héroe. Una vez me contó que no tenía vida social porque revelar su identidad ante mucha gente era engañar a su público.

"Muchas veces se lastimaba coreografiando o filmando peleas. Nunca se quejó, nunca pidió que la cámara dejara de correr. ¡Ni médico pedía! En ...Museo de Cera filmamos una escena...

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