Lucha añeja por la tierra

AutorPedro Cobo

Reforma / Especial

En junio del 2000 se paralizaban las conversaciones de paz entre el líder palestino, Yasser Arafat, y el entonces Primer Ministro israelí Ehud Barak sostenidas en Camp David, Estados Unidos. Quizá se les pueda achacar a uno, a otro o a ambos, falta de flexibilidad. Puede que sea cierto, pero ninguno de los líderes lo tenía fácil. Sobre sus espaldas recaía la difícil tarea de solucionar un problema milenario.

Israelíes y palestinos luchan por un mismo territorio considerado como propio. Los primeros aducen que les pertenece desde hace cerca de 4 mil años, cuando Abraham llegó a tierras de Palestina (1750 a.C.). Los palestinos alegan que ese territorio fue ocupado por sus antepasados a partir de la expulsión de los judíos de Palestina (70 d.C.) y en él permanecieron hasta 1948, después de haber vivido bajo varios imperios y haberse convertido al Islam en el Siglo 6. Por su parte, la comunidad judía alega que siempre conservó una pequeña comunidad en Palestina, que se considera a sí misma como la legítima heredera del reino de la época bíblica.

A finales del Siglo 19, la Palestina dominada por el Imperio turco era una zona tranquila: los pocos judíos convivían sin problemas con algo más de medio millón de árabes. La situación se complicó con la extensión del antisemitismo en Europa. En este ambiente, Theodor Herzl fundó el sionismo político para conseguir un Estado para el pueblo judío. Había varias opciones, una de ellas era Argentina, otra, Israel.

A inicios del Siglo 20, muerto ya Herlz, el movimiento sionista se decidió por Israel. Se iniciaba el retorno a Eretz Israel. Sólo existía un problema: esa tierra ya estaba habitada por árabes, los futuros palestinos.

La situación empeoró debido a la Primera Guerra Mundial y a la torpeza del Gobierno británico. Este ofreció la creación de "un hogar nacional judío" en Palestina, a la vez que la formación de un gran Estado árabe en el que se incluiría Palestina. Las promesas eran incompatibles.

Finalizada la guerra, Inglaterra no cumplió ninguna de las promesas constituyendo un Mandato Británico sobre el territorio. Sin embargo, la emigración de la población judía siguió aumentando.

En un principio, las distintas oleadas de emigrantes judíos -las alias- fueron bien vistas por los terratenientes árabes, quienes consiguieron grandes beneficios económicos. La población judía compró territorio a gran precio. Sin embargo, a medida que se iban sucediendo las alias aumentaba la tensión...

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