Lucha por construir nueva ciudadanía

AutorDaniel de la Fuente

Dada su complejidad, son pocos los que se dedican a la pintura sobre porcelana.

Aun así, María Elena Morera eligió esta expresión creativa como una manera de fortalecerse anímicamente tras pasar meses en hospitales de Estados Unidos intentando arrebatar del cáncer a su hijo, lo que logró.

Esta mujer alta, delgada y de tez blanca de casi 53 años también decidió hacer una pausa en su profesión, la odontología infantil, y dedicarse a aquella actividad solitaria. De hecho, ese 20 de septiembre del 2001 se encontraba en vísperas de montar su primera exposición, por lo que estaba concentrada en la pintura básicamente de rostros, paisajes y flores.

En ese momento recibió la llamada de su suegro: habían secuestrado a su marido, Pedro Galindo.

"No te preocupes", intentó tranquilizarla, "ya tenemos a un grupo de negociadores profesionales que nos va a ayudar".

Se lo decía confiado porque la familia ya había vivido otros secuestros: los de un hermano y un primo de Pedro, así como el de un primo de ella.

"En el caso de mi cuñado acudimos a las autoridades del DF, había seguimiento a los secuestradores, los policías sabían el lugar donde se iba a entregar el dinero y después resultó que no encontraron ni al dinero ni a los secuestradores", cuenta esta mujer de trato amable, sonriente y conversadora, en su oficina de Causa en Común, asociación que preside desde un edificio de la Colonia Chapultepec de la Ciudad de México.

Ella recuerda que, al escuchar el monto del rescate, su suegro y los negociadores profesionales se quedaron perplejos: una cantidad exorbitante que, presumen, los secuestradores estimaron al escuchar alguna charla de restaurante en la que se habló de la venta de un negocio de la familia y en la que se dio a entender que se tenía el dinero.

"El grupo de negociación en casa lo integraban un hombre y una mujer y ellos indicaban qué decir en caso de contestar. Sin embargo, al discutir sobre el pago, los secuestradores exigieron hablar conmigo y no con mi suegro. Me quedé sorprendida".

María Elena se sorprendió más cuando se enteró de que los negociadores profesionales que había traído su suegro eran en realidad policías federales.

"¡Tengo a la mitad de los delincuentes en mi casa!", pensó.

Sin embargo, por una consulta que pudo hacer un amigo a la CIA y a negociadores privados en el extranjero, se enteraron de que en ese momento el grupo, presidido por Genaro García Luna, era de los más confiables a nivel mundial en secuestros.

Evoca que...

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