Lorenzo Meyer / ¡No!

AutorLorenzo Meyer

La política siempre ha sido una mezcla de intereses en conflicto y en cooperación; ahora bien, en nuestra actual coyuntura es obvio que el conflicto es el elemento dominante. El espíritu que preside el final del primer gobierno del supuesto nuevo régimen es el propio de los "No" rotundos y de los "Sí" muy condicionados, lo que va a requerir de todos los actores una buena dosis de prudencia para no llevar las cosas al extremo.

Hoy queda claro que la etapa más complicada de la transición mexicana a la democracia no fue la elección del 2000, cuando la alternativa era sacar o mantener al PRI en Los Pinos, sino la que está por venir. La opción se plantea en términos contundentes: entre los proyectos de la derecha y de la izquierda.

En la cita con las urnas de hace seis años, el ciudadano promedio sólo tuvo que elegir un cambio de partido, en la actualidad, lo que se juega es el rumbo del país. La disyuntiva presente resulta aún más significativa por el contexto de profundas divisiones sociales e históricas. En estas condiciones, el marco institucional -herencia de la última etapa del antiguo régimen-, simplemente no resistió la presión y varios diques cedieron.

El resultado inmediato de esta crisis institucional es un Presidente electo de derecha frente a una izquierda que se niega a reconocerlo como tal, acusándolo de ser producto de un fraude. Por eso, la izquierda ha desechado el papel de "oposición leal" que se le quiere asignar (por decenios el PAN sí aceptó jugar ese papel pese a que un PRI autoritario usaba dados cargados) y ha optado por darse su propio Presidente simbólico, que va a recorrer el país todo el tiempo para ir determinando dónde, cuándo y cómo la izquierda dará la batalla al gobierno y a sus aliados. Esa decisión promete ser el inicio de una larga movilización social que nadie sabe bien a bien cómo va a desarrollarse, pero que, en cualquier caso, se propone mantenerse en el plano de lo pacífico.

Legales pero no legítimos

El espíritu dominante en la vida política mexicana actual es, en buena medida, de carácter negativo. El PAN y sus aliados -notablemente el Presidente Fox y los empresarios- tomaron la iniciativa de ir en esa dirección al centrar la parte final y decisiva de la campaña electoral no en sus propuestas sino en convencer al electorado que el candidato de la izquierda era un contendiente legal, pero no legítimo. En efecto, al declarar al abanderado de la coalición Por el Bien de Todos como "un peligro para...

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