Lorenzo Meyer / Transformar un desastre en positivo

AutorLorenzo Meyer

Transformar la necesidad en virtud

A estas alturas ya es posible afirmar que la campaña electoral del 2003 ha sido un desastre, un proceso que no estuvo, ni de lejos, a la altura de esa nueva democracia que, tras gran esfuerzo y gasto, hemos conseguido instalar en México. Si la esencia de la democracia moderna es la competencia por el apoyo ciudadano entre dos o más élites políticas mediante la presentación de proyectos de futuro coherentes y significativamente diferentes para que la elección tenga sentido, entonces resulta que en el México del 2003 hay democracia pero sin esencia.

Once grupos políticos organizados como partidos compiten por el voto, pero como conjunto han sido incapaces de hacer llegar al elector auténticos proyectos de futuro: metas plausibles, importantes y acompañadas de los medios para lograrlas. Esos partidos se han conformado con hacer una campaña tan costosa -¡5 mil millones de pesos de dinero público se les transfirieron este año!- como vacía de contenido. Al final, los aparatos partidistas resultaron incapaces de cumplir con su deber de formular y difundir plataformas sustantivas. Sus dirigencias forman una clase que vive muy bien de algo que hacen muy mal. Sin pecar de injusto, la de hoy puede ser calificada de política de videoclip. Sin embargo, en el desastre hay una oportunidad, aunque no es seguro que se sepa aprovechar.

Si el grupo dirigente mexicano en su conjunto hace una evaluación seria de su actuación, quizá aún pueda salvar algo del naufragio y abrir un espacio de negociación efectiva que despeje el camino para que transitemos hacia un cambio sustantivo en la forma y en el contenido del ejercicio del poder público. En efecto, cuando pasen unas elecciones federales y seis locales que, en términos generales, van a dejar casi igual la correlación de fuerzas -el PRI va a quitarle al PAN Nuevo León, pero el PAN puede hacer lo mismo en San Luis Potosí y quizá en otro estado- pueden darse condiciones para que las desprestigiadas dirigencias encuentren conveniente llevar a cabo un cambio de actitud y decidan, por su bien, embarcarse en negociaciones que nos permitan salir del empantanamiento en que hemos caído. Y no se trata de un simple buen deseo, sino algo factible, aunque para ello se necesita inteligencia y voluntad.

Para que en la segunda mitad del sexenio pueda surgir una actitud más constructiva entre quienes se dedican de manera profesional a estas actividades, no se requiere apelar al altruismo del Presidente o de los partidos ni mucho menos, sino a su sentido de supervivencia y capacidad de cálculo e imaginación. En efecto, los líderes de los tres grandes partidos tienen hoy elementos para suponer que cada uno de ellos tiene posibilidades de conquistar la Presidencia en el...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR