Lorenzo Meyer / El partido y sus particiones

AutorLorenzo Meyer

Nota de inicio de página

Independientemente del juicio que nos merezca la política internacional del "coloso norteamericano" (Niall Ferguson dixit), la tragedia que tuvo lugar la semana pasada en la costa norteamericana del Golfo de México debe llevarnos, como individuos y como país, a solidarizarnos de inmediato y sin condiciones con las víctimas y ayudar en la medida de nuestras posibilidades. Pero luego tiene que llegar el momento de reflexionar y discutir lo que significan las fallas en la prevención de un desastre largamente anunciado y en dar ayuda a los sectores sociales más desprotegidos. El coloso norteamericano es, sin duda, una fuerza formidable lo mismo para crear universidades que para explorar el cosmos, producir bienes o hacer la guerra. Sin embargo, sus estructuras social, política y cultural tienen debilidades enormes e incuban y sostienen injusticias tan manifiestas como inaceptables. Nosotros, desde luego, no somos ejemplo a seguir, pero quizá tampoco nuestro gran vecino del norte.

El tema

En México, el evento político actual más significativo no es el quinto Informe de Gobierno -algo perfectamente olvidable-, sino el gran conflicto que ha estallado en la cúpula del antiguo partido de Estado, el PRI. Debido a que esa estructura creada por Plutarco Elías Calles para manejar el régimen de la Revolución Mexicana aún controla la mayoría relativa del Congreso federal, 17 gobiernos estatales y centenares de municipios, lo que sucede en su interior es asunto que interesa no únicamente a sus militantes, sino al conjunto de la sociedad que, además, es la que aporta los recursos económicos que le mantienen. Y el interés es mayor ahora que, tras el fracaso relativo del foxismo, esa estructura política de honda raíz autoritaria puede recuperar la presidencia del País.

Toda organización, especialmente si es política, está sujeta a tensiones internas que pueden desembocar en una crisis, y esa crisis puede afectar su desempeño, llevarle a una división, cambiar su naturaleza o, incluso, destruirla. La historia de los partidos políticos de cualquier lugar y época está llena de choques internos producto de la diferencia de intereses personales, de grupo, de clase, regionales, ideológicos, etcétera. Los conflictos pueden ser internos o inducidos desde el exterior, pueden tener su origen en diferencias legítimas o ser una mera expresión de la añeja lucha por el botín.

En los partidos, las pugnas internas suelen ser tan duras y despiadadas como las que tienen lugar entre los componentes del sistema de partidos (ejemplos extremos son las purgas...

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