Lorenzo Meyer / Extremos de México (2003)

AutorLorenzo Meyer

No es coincidencia

Dicen algunos que aseguran que de esto saben, que en política no hay casualidades. Como generalización, la afirmación es obviamente falsa, pero en la escena política mexicana actual hay un par de hechos significativos que, efectivamente, no son casualidades, sino movimientos bien calculados por dos actores cuyos proyectos y motivos simbolizan hoy los extremos de México.

Se trata de las reapariciones en la escena política nacional del ex Presidente Carlos Salinas de Gortari -campeón de nuestro neoliberalismo y de otras cosas- y de su némesis, el subcomandante insurgente Marcos y el movimiento indígena neozapatista.

El origen y razón de estos retornos difícilmente pueden ser otros que el vacío político creado por la debilidad del gobierno del Presidente Vicente Fox, un vacío que afecta ya directa y negativamente no sólo al proyecto sexenal, sino a algo mucho más importante: al proceso mismo de consolidación de la recién nacida democracia política mexicana.

¿Del 'Salinillas' a Salinas?

Carlos Salinas abandonó México rumbo a un cómodo exilio, acicateado por la actitud que adoptó el último gobierno priísta, el encabezado por Ernesto Zedillo. Justamente Zedillo fue la persona que el propio Salinas impuso al PRI como candidato presidencial de emergencia, tras el asesinato de Luis Donaldo Colosio en 1994. Se trataba de un economista relativamente oscuro, miembro secundario del círculo salinista, pero cercano al jefe de facto del gabinete: el aún no doctor de Stanford, José María Córdoba.

El PRI, como partido de Estado en decadencia, pero en control del grueso de los recursos políticos del viejo autoritarismo mexicano, aceptó, como siempre, la orden presidencial y aunque Zedillo no era realmente uno de sus militantes, logró por decimocuarta ocasión consecutiva elevar al más alto cargo político a quien se le ordenó, aunque apenas con el 48.77 por ciento de los votos válidos.

Como ya sabemos los mexicanos por haber sufrido sus consecuencias, en cuanto Carlos Salinas dejó la Presidencia, se desfondó una economía prendida con los alfileres del capital especulativo externo. Una de las consecuencias inmediatas de esa catástrofe fue la necesidad de buscar culpables, fue ahí cuando estalló el conflicto entre el antiguo y el nuevo Presidente.

El momento cumbre de esa ruptura en la cúpula autoritaria fue el arresto y prisión de Raúl, hermano de Carlos Salinas, a quien se acusó de ser autor intelectual de un crimen que nunca se le ha podido probar, lo que no impidió su prisión en la pavorosa cárcel de alta seguridad de Almoloya, construida, irónicamente, por orden del propio Salinas y...

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