Lorenzo Meyer/ Como Londres del Siglo 18

AutorLorenzo Meyer

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Los signos de ingobernabilidad ya eran evidentes en las postrimerías del régimen priísta. Para empezar, y no obstante la furia conque se impusieron las reformas neoliberales, la economía no volvió a adquirir, ni de lejos, la energía relativa que alguna vez tuvo durante la época del desarrollo hacia adentro; la pobreza y la degradación del medio ambiente siguieron creciendo, la mala distribución del ingreso empeoró, la corrupción se mantuvo imbatible, el narcotráfico avanzó, la banca dejó de ser útil como fuente de financiamiento para el mexicano normal y, en cambio, les ensartó a él y a sus descendientes una deuda enorme (Fobaproa). Tampoco se le dio salida al problema de Chiapas y la sombra del crimen -el robo violento en autobuses, cajeros automáticos, de autos, el secuestro- más la corrupción e ineptitud policiaca, hicieron más penosa la ya de por sí difícil vida cotidiana de la gran mayoría de los mexicanos.

Pues bien, en estos primeros años del nuevo régimen, el democrático, ninguno de los grandes problemas heredados se ha resuelto, algunos se han agravado y el ciudadano se desespera y exige acciones y esperanza de cara al futuro.

El problema de la seguridad pública en la Ciudad de México es ya tan agudo, tan serio, que el mejor indicador de su gravedad es el hecho de que un gobierno de izquierda y nacionalista -el encabezado por Andrés Manuel López Obrador- haya decidido tomar un muy arriesgado atajo para tratar de revertir las tendencias negativas: acudir al gran capital para conseguir recursos -4.3 millones de dólares- y contratar los servicios de un grupo encabezado por un experimentado político y administrador estadounidense -Rudolph W. Giuliani- que, cuando se vio confrontado con una situación similar en Nueva York, logró encontrarle la cuadratura al círculo y consiguió dos cosas a cual más de impresionantes: disminuir efectivamente el alto índice de criminalidad y ganar el reconocimiento de una ciudadanía particularmente dura y descreída.

Ahora bien, como todo en este mundo, la decisión del Jefe de gobierno capitalino tiene un costo: la exitosa política de Giuliani es la llamada "cero tolerancia", que castiga con dureza a cualquier infractor de la ley, por pequeña que sea su falta. Eso le ganó al ex Alcalde de "la Gran Manzana" las críticas de círculos defensores de los derechos humanos, y las dudas de otros que señalaron que la auténtica variable que disminuyó la criminalidad neoyorquina fue una mejoría en la actividad económica de la ciudad y no la actitud de...

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