Sobre la lona

Arriba del ring todo puede pasar. Un rudo contra un técnico es, en definitiva, un espectáculo de insultos, ganchos, llaves, cachetadas y patadas hasta que el cuerpo aguante y caiga rendido uno de los dos gladiadores a la cuenta de tres, secuencia en ascenso gritada por el réferi mientras azota la lona.

La esencia de la lucha libre es el triunfo, pero antes hay todo un espectáculo del cual son parte fundamental los espectadores, quienes con gritos y gestos hacen del enfrentamiento una exhibición de símbolos propios de la sociedad contemporánea.

Sicólogos y sociólogos que han apuntado su mirada a la Arena Coliseo, encontraron elementos característicos en las funciones dominicales de lucha, a las que asiste en mayoría público familiar, y los martes por la noche, donde la sangre joven toma lugar.

La socióloga María de las Mercedes Palencia describe a los amos del pancracio como una representación del bien y mal. Bajo los reflectores ardientes y el sudor sobre la lona, la justicia, ley y orden es representada por los técnicos, y el rompimiento de las reglas, por los rudos.

Los domingos, con un ambiente sereno creado por padres al lado de hijos que van con sus churritos en mano, los técnicos como El Gallo y Rayman, quien es hijo del Rayo de Jalisco, ganan la mayoría de los enfrentamientos.

"Los martes el espectáculo cambia radicalmente, se establece una relación agresiva entre los espectadores, los de la planta baja son los chicos con mayores recursos económicos y los de alta todo lo contrario, se vuelve una pelea simbólica de lucha de clases", dice la socióloga.

Martha Catalina Pérez, sicóloga que ha enfocado parte de su trabajo al comportamiento de masas, señaló que la forma de ser en la persona cambia notablemente cuando se incorpora a una multitud.

"Hacen un inconsciente colectivo, este inconsciente es quien dicta o rompe normas, al perder identidad se pierde la capacidad de censura y de reprimirse. Vamos a criticar todo lo que nosotros no hacemos, bajo el anonimato", explica la sicóloga.

En medio de la guerra de insultos, el gladiador al darse cuenta de que el público está en su propia pelea, convierte el encuentro en una lucha más violenta, rompe con las reglas del ring, toman sillas para golpear, se vuelven más sádicos para llamar la atención.

La lucha libre en Japón no es tan eufórica como en México, allá los espectadores aplauden y de vez en cuando se levantan de sus asientos cuando se ven excitados con la pelea. A esto, la sicóloga...

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