Lombok: Las islas picantes

AutorIvett Rangel

Enviada

LOMBOK, Indonesia.- Apenas pisan Lombok, y a los extranjeros se les recibe con una advertencia: esta es una isla "picante", no sólo porque su nombre significa chile en bahasa indonesio o porque de aquí proviene la gastronomía más picosa del país, sino también porque tiene rincones que atrapan de inmediato. O, jugando con las palabras, podría decirse que los viajeros hallan varias razones para "picarse" con esta región.

Uji, quien guiará esta travesía, asegura que basta con conocer las gilis para nunca querer partir de aquí.

Ante el rostro inquisitivo de los recién llegados explica que la región de Lombok se conforma por una isla pequeña rodeada por otras islas aún más chiquitas, las gilis. De un total de 21, sólo tres cuentan con infraestructura turística: Trawangan, Meno y Air, diminutas islas con playas casi desiertas, de carácter desenfadado y tranquilo que acogen a quienes desean sentirse muy -pero muy- lejos de todo el mundo.

Convencidos con la imagen, la decisión es unánime: a pesar de las 25 horas de viaje que llevamos, desde la Ciudad de México, nadie repara en recorrer unos kilómetros más en auto hasta el puerto de Pemenang, donde zarpan lanchas hacia la mayor de las gilis.

Veinte minutos de navegación y Trawangan se presenta como el mismísimo nirvana para quienes el placer radica en un sitio frente al mar con una única obligación: descansar.

"Aquí es el relax total", aclara Uji, por si a alguien se le hubiera escapado lo evidente. "A Lombok llegan quienes están hartos de tanto templo en Bali".

No hay más, salvo seguir el ritmo natural de la isla desde un berugak, una especie de palapa con piso de madera y techo de palma en la que los sasak (nativos de la región) pasan la mayor parte del tiempo: reciben huéspedes, meditan, toman decisiones importantes o comparten una infusión. Estas casitas se han adaptado al turismo para hacer sentir bienvenido a cualquiera.

Los visitantes se apropian de estas estructuras y las convierten en un hogar: charlan, toman siestas, leen o escuchan música, siempre en compañía.

"Reflejan el carácter abierto y conciliador de los sasak porque cualquiera desde un berugak puede ser visto por los otros en todas direcciones: Así es nuestra vida: sin paredes", explica Ali, un vendedor de sarongs en Meno.

Pese a ello, no hay distracciones. El bullicio, por así llamarle, proviene de las pláticas sobre la arena o los juegos en el mar, si acaso de la música de un restaurante...

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