Vinos/ Entre la lluvia y el desierto

AutorRodolfo Gerschman

No sé si se trata de algún tipo de afinidad incontrolable (son las peores)o de algún amor divino (son los más temibles)pero debo confesar algo que espero no tomen a mal ni despierte celos en nadie: Tlaloc viaja conmigo. Y como en esta época del año los viajes se intensifican, las lluvias también recrudecen. Ahora que acabo de llegar a Jerez me lo dijo, sorprendido, el primer jerezano con el que me crucé: hasta ayer había un sol radiante. Y ese mismo día hubo nubarrones y no tardaron nada en caer las primeras gotas.

Pero no nos adelantemos. La semana pasada les contaba de la zona vinícola del estado de Washington y no termino todavía. Desde un punto de vista que, acepto, no afecta al resto de los mortales, un logro personal en aquel viaje fue que la lluvia ya no pudo perseguirme. Es tal la aridez de esos parajes, que ni siquiera una tradición tan establecida pudo con ella. Dos cadenas montañosas se interpusieron entre Tlaloc y yo, y la deidad se quedó esperándome en Seattle.

Calores de día que pueden llegar a más de 40 grados y notable fresco nocturno, además de una tierra que va de arenosa a grava, de finen las cualidades de los valles vinícolas de Washington.

Es un lugar tan árido que en sus entrenamientos el ejército americano simula allí los escenarios bélicos del desierto. La irrigación es de dos tipos: en el caso de las uvas, el gota a gota, con las mangueras adosadas a espalderas.

En el resto los agricultores utilizan unos caños de cientos de metros de largo sobre ruedas. El agua circula a determinadas horas por estas duchas ambulantes, con las que van rociando los cultivos por paños.

Ya les había adelantado algo sobre la peculiar dinámica del estado de Washington. Parte del asunto es que muchas bodegas compran la uva a los agricultores, y para estos últimos se trata sólo de otro cultivo del cual deben obtener más rendimiento que calidad. Esto, a su vez, ha orientado a las bodegas hacia la producción de vinos corrientes. Sólo en los últimos años algunas han comprado viñedos, accediendo así a un mayor control sobre la parte agrícola.

En este valle, finalmente, se han ido conformando tres tipos de bodegas: las orientadas a un mercado masivo y que son grandes compradoras de uvas; las tipo "châteaux ", cuya fruta proviene mayoritariamente de viñedos propios; y las que son una mezcla de ambos géneros. Antes de este viaje conocía a la región sobre todo por los chardonnays de Château St. Michelle, una empresa que se puede ubicar en este...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR