Se lo llevó el viento: atractivo de México para la inversión de Iberdrola se esfumó

Fecha de publicación15 Abril 2023
Foto: Reuters
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Por Octavio Amador

Por el contrario, en el último lustro la inversión global de la compañía creció 82% y en algunos mercados, como el brasileño, incluso se cuadruplicó.

La desinversión de casi 80% de sus activos en México solo representó para Iberdrola el epítome de una tendencia que se consolidó en los últimos tres años: la pérdida paulatina de protagonismo del país en sus planes de inversión.

De acuerdo con su último Informe Integrado, la empresa energética española realizó desembolsos de capital en México por 257 millones de euros en el 2022, cifra que equivale a apenas 2.4% de la inversión bruta global de la firma ese año, su mínimo de cuando menos una década.

La cifra resulta lejana al récord de los 1,018 millones de euros que desembolsó en el 2017, que contribuyeron con 17.3% del gasto de capital de la compañía en el mundo en ese momento.

También lo es de los casi 900 millones de euros gastados el año siguiente, el 2018, cuando la participación mexicana todavía fue significativa, con una cobertura de 16.9% en el portafolio geográfico de inversiones de la firma.

De ahí en adelante, el declive inversor fue notorio:

  • 486 millones de euros en el 2019
  • 449 millones en el 2020
  • 244 millones en el 2021
  • 257 millones el año pasado.

La caída acumulada desde el 2017 es de 75%, período en el cual, por el contrario, las inversiones globales de la empresa crecieron 82 por ciento.

En algunos de sus mercados, como Brasil —donde esta semana la compañía anunció de la mano del presidente Lula da Silva una inversión de 5,800 millones de euros para los próximos tres años— las inversiones se cuadruplicaron para llegar a 1,858 millones de dólares.

El declive mexicano coincide con el cambio de la política energética del actual gobierno, que pasó de un enfoque de expansión de la capacidad de generación con criterios de mercado a uno centrado en favorecer la participación de la empresa dominante estatal, en este caso la Comisión Federal de Electricidad (CFE).

Esto se tradujo en medidas como la cancelación de las subastas eléctricas, un mecanismo a través del cual empresas generadoras —como Iberdrola— competían por contratos de venta de energía de largo plazo con suministradores eléctricos (principalmente la CFE), ofreciendo los menores costos de generación posibles.

O como las negativas de la Comisión Reguladora de Energía (CRE) de otorgar permisos para la migración de centrales de generación que trabajaban bajo el esquema de autoabasto eléctrico, al régimen del mercado eléctrico mayorista (lo cual ocasionó que quedaran paralizadas algunas plantas de Iberdrola).

Sin olvidar la reforma a la Ley de la Industria Eléctrica del 2021, que estableció un nuevo orden de despacho eléctrico que da prioridad a la carga de electrones producidos por la CFE y eliminó la regla de que la energía más barata se despacha primero, lo cual perjudica a generadores con costos de generación...

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