Llévate como recuerdo a criaturas fantásticas

AutorCecilia Núñez, Carmen González y Patricia Miranda

Compra algo más que un souvenir. Estos personajes ficticios habitan en la imaginación de sus creadores, artesanos que deciden darles vida valiéndose de diversos materiales e inspiración artística.

Conoce de cerca a los entes oníricos que se realizan en la comunidad de Arrazola, Oaxaca; inventa una historia donde los actores sean títeres checos, conoce los múltiples rostros de una matrioshka rusa y deja tus problemas en manos de los muñecos de Guatemala.

Presencias oníricas

Son seres irreales, surrealistas, multicolores, en cuyo cuerpo se fusionan partes de diversos animales. Los alebrijes se han convertido en un ícono de la artesanía mexicana; los hay de cartón y madera. Éstos últimos son uno de los recuerdos favoritos que los viajeros adquieren en Oaxaca.

Parece que los alebrijes encontraron su propio pueblo a 15 kilómetros de la ciudad de Oaxaca, en Arrazola. El recinto de Álvaro Obregón 12 se ha convertido en un santuario de alebrijes, en donde se venden impensables figuras cuyos precios van desde 40 hasta 10 mil pesos. Se trata de la casa de Pepe Santiago, un artesano especializado desde hace más de 20 años en la creación de los alebrijes de madera.

Cecilia Núñez

www.oaxaca.travel

Famosas muñecas rusas

Aunque su origen se debate entre la tradición didáctica y la imitación de un juguete japonés, lo cierto es que las famosas matrioshkas ahora son uno de los recuerdos más preciados de un viaje a Rusia.

Esta serie de muñecas, que caben una dentro de la otra, puede tener desde cuatro hasta 37 piezas. Su decoración cuenta una historia o la cronología de una persona. El material que se utiliza es madera de tilo, que es suave y fácil de trabajar. Una vez que las formas están listas, son pintadas al óleo y se le dan los toques finales con laca.

En Moscú se pueden conseguir en el mercado Ismailovsky, donde se venden por cientos y son más baratas.

Carmen González

www.visitrussia.com

Marionetas con vida propia

La cuna del teatro de muñecos fue la India y desde allí se divulgó por el mundo hasta que los gitanos los llevaron a Europa. Las marionetas olvidaron su lugar de procedencia y tomaron las costumbres de los pueblos donde vivían. Cambiaron de traje, de espíritu y de nombre, y fue así como surgió Kasparek en Praga, el más popular de los títeres checos.

Se le conoce desde el siglo 15; es pequeño, jorobado y lleva un sombrero de tres picos con cascabeles. Siempre está de buen humor y ríe tan fuerte...

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