Llega una nao cargada de sabores

AutorAdriana Duran

La editorial Clío ha publicado recientemente, dentro de su colección Cocinas del Mundo, el fascículo cinco titulado Sabores de Oriente, donde José Guadalupe Benítez Muro hace una valoración de las aportaciones gastronómicas de los países orientales a la cocina mexicana.

Además de la consideración histórica en torno al intercambio de productos, la edición expone 51 recetas en las que se percibe este mestizaje y que han sido seleccionadas y revisadas por la chef e investigadora Ana Benítez Muro.

Así, resaltan deliciosas recetas como la ensalada de papaya, los chiles rellenos en salsa de mango, el arroz con coco, la morisqueta michoacana, la sopa de manzana al curry con pimientos, los chiles anchos rellenos de camarones y plátano, la natilla de coco y especias, los caramelos envueltos de frutas y almendras y el lassi de cardamomo.

El autor hace una ilustrativa recapitulación de los fenómenos que marcaron un encuentro fastuoso de sabores desde la época colonial.

"El puerto de Acapulco ganó renombre gracias a que fue el puente entre China, Filipinas y España, con lo que se creó el trayecto de navegación más largo de la historia.

"La Nueva España se convirtió en la clave para manejar las posesiones en el Oriente, pues la distancia impedía a la corona administrar directamente esas regiones lejanas, y así se transformó el virreinato en el lazo que anudaba el Asia con Europa, uniendo a Acapulco con tres continentes", explica Benítez Muro.

Agrega que las naos fueron los mayores y más opulentos barcos de la época. En ellos se traían las legendarias maravillas del Oriente, a la vez que esta región recibía, a través del puerto de Manila, cacao del Soconusco, vinos, aceite, tejidos de lana de España, tabaco, y cochinilla de Oaxaca, aunque la exportación principal fueron las riquezas de las minas mexicanas.

"Al establecerse el tráfico comercial con el Oriente, los conquistadores trajeron variedades animales y vegetales de China y Filipinas que se aclimataron en Guerrero y de allí se propagaron a Colima, Nayarit y Chiapas. Desde entonces pasaron a formar parte de elementos fundamentales de la dieta mexicana", advierte el autor.

Benítez Muro refuerza la visión de la tierra mexicana abierta a las influencias orientales con la referencia de autores clásicos como Luis González y Obregón, con su obra México Viejo: "Como en Manila se llama Parián al lugar en que se vendían los objetos que se importaban de Europa; y como los tratantes de Filipinas, más conocidos...

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