Llega Gabo a casa

AutorYanireth Israde

"Estoy cansado de ser amable, no puedo mentarle la madre a nadie", bromeó ayer el Nobel de Literatura Gabriel García Márquez durante una breve charla afuera de su domicilio, en el sur de la Ciudad, un día después de cumplir 80 años.

Gabo, se refería a las múltiples muestras de afecto que recibió , y sigue acumulando, por la coincidencia en 2007 de tres efemérides mayúsculas: sus ocho décadas de existencia; el 40 aniversario de Cien años de soledad, su novela emblemática, y los 25 años de haber obtenido la máxima distinción de las letras mundiales.

Llegó campante a su casa, a bordo de un automóvil y acompañado únicamente de su chofer. Faltaban unos minutos para las 14:00 horas.

Animoso, como si el implacable sol le inyectara brío, dijo que estaba contento y que en su cumpleaños "todos fueron muy amables"; por eso no hubo ocasión de proferir mentadas.

El novelista, cuyo paradero fue un enigma el martes -unos decían que estaba fuera de la Ciudad; otros, que se había ausentado del País y no faltó quien afirmara que permanecía dentro del hogar- bajó del auto y saludó lo mismo al policía de la calle que a los reporteros apostados desde temprano frente a su domicilio.

Advirtió que no admitiría preguntas, pero sí contestó el saludo y, como buen entrevistador, interrogó con toda naturalidad sobre lo que habían visto los...

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