'Me llamo Claudio, no maestro'

AutorLuis López

Desde el atril del director, frente a las orquestas de mayor renombre a nivel mundial, Claudio Abbado no sólo marcaba la pauta de la música, sino también el oficio de dirigir.

Fallecido ayer a los 80 años, el director italiano fue el responsable de combinar escuelas de dirección, popularizar emblemáticos compositores de ópera y presentar un amplio repertorio, con piezas del Barroco hasta el siglo 20.

Con un currículum que incluye el puesto de director titular de La Scala de Milán, la Filarmónica de Berlín y la Sinfónica de Londres, Abbado destacó por mezclar, con su batuta, tradiciones de distintos países, señaló Gabriel Rangel, crítico musical.

"Es el heredero de la tradición de dirección orquestal italiana mezclada en un justo medio con la tradición germánica", subrayó, "es decir, el literalismo de la música italiana, pero con un toque de subjetivismo que tiene más la dirección alemana".

Nacido en Milán el 26 de junio de 1933, Abbado se decidió por la batuta cuando Leonard Bernstein, en una visita en 1949 a la ciudad italiana para dirigir la orquesta de La Scala, comentó al entonces joven músico de 16 años que tenía "ojos de director".

Sin embargo, a diferencia de figuras como Bernstein y Herbert von Karajan, el italiano no era protagónico al podio, algo que se notaba en sus movimientos simples al dirigir, agregó Rangel.

"Se caracterizaba por una marcación sencilla del tiempo, que incluso a veces pudiera parecer demasiado ambigua", expresó, "sin embargo, todo el trabajo previo lo hacía en los ensayos, de manera que cuando llegaba al concierto, lo hacía muy natural".

Esta manera de dirigir, destacó el músico y...

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