Al llamado de la diosa

AutorAnaline Cedillo

Fotos: Analine Cedillo

Enviada

ENOSHIMA, Japón.- Desnuda y blanquísima, la figura de la diosa Hadaka-Benten (Benten o Benzaiten) sostiene entre sus manos una biwa -instrumento musical de cuerdas- que cubre parte de su cuerpo. La curiosidad nos llevó hasta ella, pues en otro tiempo solía atraer a multitudes a Enoshima, isla situada al sur de Tokio en la Bahía de Sagami.

Para llegar, caminamos los 600 metros que mide el puente peatonal que conecta la isla con la ciudad de Fujisawa, anduvimos por una empinada vereda y subimos varios escalones hasta dar con su oratorio.

Benzaiten, venerada en Japón como la diosa de la elocuencia -pero también de la belleza, las artes y el entretenimiento- pertenece al grupo conocido como dioses de la suerte y se dice que tiene su origen en la diosa Sarasvati de la India.

Tenemos poco tiempo para recorrer los recovecos de esta isleta. Así que desde que bajamos del autobús turístico que nos trajo desde el centro de Tokio, le digo a mi compañero de viaje (un japonés que habla español y es fan de la cochinita pibil) que lo que más me intriga es conocer a la diosa.

Claro que no es lo único que hay que ver o hacer en Enoshima. Dentro de los cuatro kilómetros de perímetro que mide la isla hay espacio para tres templos dedicados a tres deidades diferentes, cuevas que pueden ser exploradas, un faro de observación que regala vistas de la bahía -y con suerte del Monte Fuji-, un jardín botánico y senderos para recorrer, rodeados de naturaleza.

Tras pasar una primera Torii (puerta de entrada a un santuario sintoísta) caminamos por la empinada y estrecha calle, tratando de no chocar con quienes vienen en sentido contrario o se detienen a comprar galletas o bolsas de shirasu (pescaditos muy nutritivos).

Pronto estamos frente a otra Torii, más grande que la primera y de un brillante color rojo que nos da la bienvenida al santuario Enoshima Jinja. Nuestro interés está más arriba, de modo que nos encaminamos hacia la izquierda para tomar la escalera eléctrica, conocida como Enoshima Escar. Nos aguantamos la pena de no subir a pie y pagar 300 yenes con tal de ganar tiempo. De algo nos consuela que sólo hay opción de bajar por escalones convencionales.

Una vez cerca del templo principal, Hetsunomiya, guiada por mi compañero japonés participo en los rituales como lo hace el resto de los visitantes. Primero me formo en una línea y atravieso una estructura circular donde quedan mis pesares.

Al llegar al frente ofrezco una moneda que...

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