La literatura, fiel a sí misma

AutorIgnacio Padilla

(11 de abril del 2000)

Se ha dicho recientemente que este premio, aunado a los que no hace mucho han recibido Carlos Monsivais y Jorge Volpi, es el signo inequívoco del buen estado de salud en el que hoy se encuentra la literatura latinoamericana. Desde luego, no puedo menos que agradecer tan generosa afirmación, pero la prudencia y el respeto que profeso a mis colegas al otro lado del Atlántico y a la literatura que escriben me obligan a filtrar dichas palabras con la sapiencia del refranero castellano cuando afirma: "Explicación no pedida, acusación manifiesta". En verdad, muy lejos está nuestra literatura de gozar la salud de antaño, y creo sinceramente que, en el mejor de los casos, más conviene considerar los últimos acontecimientos tan sólo como una esperanzadora mejoría. Es cierto que la enfermedad magicorrealista no es privativa ahora de América Latina, pero hay que reconocer que su propagación, no así su creación, nos incumbe y afecta acaso más profundamente que a cualquier otra región del mundo. Prácticamente nací a la par del Cien años de soledad, y puedo afirmar, con mi generación, que me siento privilegiado por el influjo de ésta y muchas otras obras que, dentro y fuera del boom, demostraron hace tiempo que la narrativa latinoamericana puede y debe estar a la altura de cualquier otra. Tal vez el único reproche que cabe hacer a aquellos monstruos de la literatura es el complaciente silencio que guardaron cuando Emir Rodríguez Monegal, sólo cinco años después de la publicación de la obra maestra de García Márquez, invitó a los latinoamericanos a recelar de un aberrante oxímoron que, por desgracia, ha marcado el paso de una importante porción de la narrativa latinoamericana reciente así como de sus lectores. De cualquier forma, no es a ellos sino a nosotros a quienes corresponde enterrar el término, y está muy bien que así sea.

Me alegra reconocer que no expongo nada nuevo en estas líneas, sino que me limito a enunciar un sentimiento ampliamente difundido entre los autores de mi generación, quienes lo han hecho oír a todo lo largo y ancho del continente durante los últimos cinco años. Muchas rutas han sido propuestas para buscar un antídoto contra el padecimiento magicorrealista, para hallar una nueva forma...

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