Literatura por contagio

AutorMichelle Freyria

Las aulas fueron algo natural para Miroslava Esparza desde niña. Su mamá fue maestra de primaria y su papá de secundaria, así que los mesabancos, los pizarrones y los libros resultaron una especie de compañeros de juego durante aquellos primeros años.

"El ejemplo de mis padres, ver como se entregaban y, a veces, sacrificaban el tiempo con sus hijos para hacer cosas por otros niños, es algo que me dejo huella. Siempre supe que quería ser maestra", dice Esparza, quién tiene una trayectoria de 15 años como docente de español.

Aunque su formación no es normalista, encontró en la carrera de Letras Hispánicas de la UdeG, el balance perfecto entre sus dos pasiones: la docencia y los libros.

"No quería ser maestra normalista, porque me encanta la literatura, entonces descubrí que existía la carrera de Letras Hispánicas y dije: esto es lo mío. Además, la licenciatura tiene una formación docente. Entre las optativas había periodismo, docencia y lingüística. Paralelamente, siempre tuve la fantasía de trabajar en una universidad, pero antes de salir de la escuela me ofrecieron la oportunidad de dar clases en talleres de preescolar y después empecé a trabajar en nivel secundaria y me sentí muy cómoda", comenta.

Madre de dos niñas, Esparza comparte la misma profesión con su marido. Así labora en dos instituciones educativas del sector público. Una de estas es la secundaria 13 mixta Francisco Márquez, en la colonia Las Águilas, en Zapopan, plantel en donde imparte la materia de español.

En 2015 fue ganadora del segundo lugar -en Jalisco- de la evaluación de desempeño docente, que se realizó a escala nacional, a partir de la Reforma Educativa. Este reconocimiento le dio la oportunidad de asumir recientemente el rol de directora de la secundaria foránea 61 Eugenio Zúñiga Gálvez, en la colonia Buenavista, en Tlajomulco. Un espacio que le genera un reto, debido a las carencias de este centro educativo, entre las que destaca la falta de una biblioteca.

"La calificación que obtuve me dio una dirección en doble turno en una sola escuela. Pero mi corazón de docente no me dejó irme del aula. Creo que todos los directivos deberían tener, por lo menos, un salón, porque es algo que permite conservar el contacto cercano y constante con los alumnos y con la realidad de los maestros".

Agrega que cuando llegó a la escuela ubicada en Tlajomulco -un plantel de dimensiones pequeñas, pero que posee un terreno...

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