Liter Espacio/ Miguel Pruneda en el mol

AutorDulce María González

Debo confesar que mi único propósito al acudir al mol era comprar el libro de Toscana, pero no deseaba dejar a Marijose en casa y se me ocurrió la romántica idea de que podía iniciar mi lectura instalada en un café, mientras mi pequeño monstruo se entretenía saltando en uno de esos colchones gigantes que colocan en los pasillos.

Pero la realidad no es jamás como la imaginamos, prueba de ello es el hecho de que, al llegar a la librería, Marijó descubrió una colección de libros infantiles, dos de los cuales apretó de inmediato contra su pecho, negándose a soltarlos siquiera para registrar el código de barras a la hora de pagar en la caja.

Por mi parte, no pude evitar la tentación de agregar el ejemplar de edición especial de la revista La Tempestad, misma que me había puesto a hojear en el mostrador mientras hacían la cuenta. En conclusión, gasté el doble de lo que había planeado.

Ya instaladas en el café, Marijose se negó a saltar en el susodicho colchón. A cambio, tomando entre sus manos la novela "Duelo por Miguel Pruneda" (Plaza y Janés 2002), de David Toscana, me preguntó por qué motivo habían metido al cerdo de la portada en una caja de muerto. La convencí de que empezáramos ambas a leer nuestros respectivos libros y le ofrecí un helado.

En "Duelo por Miguel Pruneda", Toscana nos introduce en un mundo novelístico de atmósfera urbana. A través de una prosa firme, asentada, vamos familiarizándonos con la vida de un personaje regiomontano de clase media. El ritmo de la narración jamás se apresura; de pronto, casi sin advertirlo, la historia se nos vuelve entrañable. El barrio de la María Luisa empieza a ser nuestro barrio. También los alrededores del ahora tan problematizado Panteón El Roble, su interior: calles estrechas, avenidas flanqueadas por tumbas y monumentos donde avanzamos sin prisas mientras Miguel Pruneda revive el Monterrey de hace un par de décadas, la infancia.

Y no obstante la nostalgia (esa atmósfera que nos regresa a la ciudad que habitábamos y acaso habíamos olvidado), nuestra aventura al lado de Pruneda es una aventura de muerte. No es que el narrador se ponga a reflexionar acerca del tema, tampoco el personaje parece decirnos nada de manera directa; es la historia misma quien nos coloca ante el misterio de un asesinato, de los huesos de una desconocida, de la vulnerabilidad de un cadáver metido en la bañera. Es el silencio absoluto de la vida clausurada, un ser que ya no está y cuyas acciones poseían motivos que ahora...

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