Lila Downs: La voz del 'otro'

AutorKarla Garduño

La experiencia de la otredad, dice el poeta y ensayista mexicano Octavio Paz en El Arco y la Lira, es un desprendimiento del yo que somos hacia el otro que también somos y que siempre es distinto de nosotros. Es la experiencia de la extrañeza que es ser hombres.

Y esta experiencia no es más que el producto de la soledad inherente al hombre. "La soledad es el fondo último de la condición humana. El hombre es el único ser que se siente solo y el único que es búsqueda de otro", dice Paz.

A pesar de que en esencia todos los seres humanos van en la búsqueda del otro, hay expresiones que evidencian de forma contundente este continuo transitar entre uno mismo y el otro. Expresiones como las de Lila Downs, una "chicana" que no cesa en echarnos en cara el sentido de lo mexicano, transmutado por su música y sus propias composiciones.

Downs creció en las montañas de la sierra en Oaxaca, y también en Minnesota. Es hija de un estadounidense de origen escocés y una mujer mixteca que cantaba en la Ciudad de México.

La biculturalidad ha sido el sello distintivo de su música. Vestida siempre a la manera típica, Lila hace honor al canto mexicano; levanta su voz en la búsqueda de una identidad propia y a pesar de que nos eche "La Llorona" y "La Cucaracha", lo que reside en su música tampoco es lo mexicano como lo conocen aquellos que nacieron y vivieron en el país. He ahí la fascinación de Lila.

En su último disco (One Blood, EMI 2004), la cantante que estudió su arte tanto en Los Angeles como en Bellas Artes de Oaxaca convoca, en palabras de José Martí, al alma que "emana igual y eterna, de los cuerpos diversos en forma y color".

"Somos una sangre" (One blood only), dice tanto en inglés...

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