Los libros me otorgan serenidad.- Granados

AutorErika P. Bucio

El periodismo, sobre todo el político, lo ha hecho "peleonero". Curtido en el buen uso del lenguaje, una errata puede irritarlo casi tanto como los abusos del poder, que Miguel Ángel Granados Chapa ha combatido con igual tesón durante sus más de cuatro décadas dedicadas al oficio.

En la literatura encuentra el reposo y la serenidad: "El periodismo político nos hace muy peleoneros, para decirlo del mejor modo posible, muy vivaces, siempre estamos con la piel muy sensible".

Ocupante vitalicio de la silla 29, y ya investido como académico de la lengua, Granados Chapa espera "aclimatarse" antes de participar de lleno en las sesiones de la institución, a la que ingresó el jueves, con la misión de tender puentes entre el mundo del periodismo y la academia.

"En el periodismo hay la posibilidad de practicar un buen lenguaje, no estamos condenados a hacerlo mal por la prisa, por la celeridad con que trabajamos, creo que son compatibles el uso del lenguaje eficaz con la rapidez de nuestro trabajo".

Abomina de las erratas, aunque admite que son casi imposibles de erradicar: después de revisar cinco veces su discurso de ingreso a la Academia Mexicana de la Lengua, al darle lectura todavía aparecieron algunas: "Las erratas son más disculpables que los abusos del poder".

Se curtió en el buen uso del español en los libros. Su profesora de primaria, Carmen Alvarado, invitaba a su casa al niño Miguel Ángel, vecino suyo en la colonia Morelos de Pachuca, para leer por las tardes los voluminosos tomos de México a través de los siglos. "Mi primer interés como lector fue la historia, no tanto la literatura".

En la biblioteca municipal de Pachuca, con un centenar de volúmenes pero apenas una treintena "útiles para la lectura", descubrió los cuentos de Grimm, Andersen...

Su profesor de literatura en la preparatoria, el médico Pedro Espíndola Noble, le puso en las manos un vasto acervo. Como propietario de la única librería en Pachuca, le permitía llevarse libros y regresarlos después de leerlos, con una única condición: "No abrirlos demasiado para que continuaran siendo nuevos".

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