Libros y otras cosas

Metáforas críticasDavid Huerta

EL UNIVERSALHay metáforas orgánicas y metáforas estructurales (arquitectónicas, urbanas?) de las obras literarias. El fenómeno está muy extendido y desmiente en los hechos una cierta imagen reduccionista y cerebralista de la crítica literaria: la que va a ésta como una tarea gobernada por el pensamiento riguroso y rígidamente metódico sin la menor concesión a las imaginaciones y efusiones de la fantasía; es una idea falsa pero tiene un extraño prestigio.

Veamos algunas de esas metáforas críticas. Entre las primeras ?las metáforas que aluden a los organismos vivos?, hay algunas consagradas, como la del cuerpo mismo con el que, explícitamente, se compara un conjunto de textos; de ahí a destacar los fluidos o humores que los recorren hay un paso. Uno de los ejemplos más notorios de este fenómeno es el de la llamada "poesía de la sangre". No se designa de ese modo porque tome a la sangre misma como su tema, aunque puede hacerlo, sino porque está animada (orgánica, violentamente) por una pasión que circula incesante y a veces se derrama de modo trágico, figuradamente, en los versos, para mostrar heridas y desgarraduras, casi siempre simbólicas; por eso Gerardo Deniz decía con socarronería que era difícil entender cómo a los poetas les pasaban las cosas de las que hablan y sobreviven para contarlo. En otro registro, he oído y leído críticas que dicen "a esta poesía le falta nervio", "a la novela de Perengano le sobra hiel" o "en la médula de tal libro encontré un misterio".

Las metáforas estructurales son diferentes. Una novela es una ciudad, digamos; el Ulises, de James Joyce, se confunde...

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