Libertad Bajo del Derecho de las Américas

LIBERTAD BAJO EL DERECHO DE LAS AMERICAS
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Robert G. Storey

La Dirección de EL FORO tiene la satisfacción de dar acogida en sus páginas, para conocimiento de los juristas mexicanos, al texto íntegro de la notable conferencia pronunciada el día 7 de julio de 1953 en el Salón de Actos de la Barra Mexicana (Colegio de Abogados), por el ilustre presidente de la American Bar Association, ROBERT G. STOREY.
BIENVENIDA DEL PRESIDENTE DE LA BARRA, LIC. F. JORGE GAXIOLA En nombre de la Barra Mexicana, me es particularmente satisfactorio dar la bienvenida al Honorable Robert G. Storey, Presidente de la American Bar Association. Y a esto deberán limitarse mis breves palabras, pues tocará a don Miguel S. Macedo, distinguido ex Presidente de este Colegio de Abogados, haceros la presentación de nuestro huésped de honor, a quien deseamos toda clase de venturas, no sólo durante su permanencia en México, sino también en el curso de su vida privada y profesional, entregada esta última a la defensa del Derecho y a la difusión de la cultura. Mas permitidme que aprovechando la presencia de huésped tan distinguido, envíe por su conducto un saludo cordial a nuestros colegas de Allende el Bravo y un mensaje que tiene por propósito afianzar y fortalecer los lazos de solidaridad que con ellos deben unirnos. Cuando en el año de 1947 vino a estas tierras el bardo español Luis Fernández Ardavín, hizo a México un canto, una salutación, que me impresionó vivamente. "Con la emoción quebrada del que llega a un país desconocido", contempló "la fuerte, riscosa y arrogante cordillera bravía"; el jardín en flor de Cuernavaca, la llanura yerma y solitaria y, con la inspiración del poeta que descubre las complejidades más inescrutables de la vida social, dijo, comparando nuestro espíritu con la apariencia natural de estas tierras del Viejo Anáhuac: . . .y hoy respondo de que eres tan perfecta en armonía, tan igual continente a contenido, que tu alma modeló tu orografía y ésta dio al alma tuya su sentido. Y es verdad, señores: somos iguales en continente y contenido. Al pie del Popocatépetl, de las cumbres de Orizaba, del Parícutin o del Xinantécatl, se ensanchan altiplanicies fértiles o llanuras estériles; junto a los ríos de aguas broncas aparecen lagos plácidos, con placidez de ensueño. Contrastando la feracidad del trópico hallamos también las dilatadas llanuras del Norte y nuestras costas a veces son riscosas y batidas o de lento declive y mar tranquilo. Semejante es nuestra composición social. Producto de la Historia, advertimos en ella los contrastes más diáfanos, más nítidos y las más tajantes desigualdades. Junto al insolente automóvil de lujo, encontramos esporádicamente al tameme,* a quien el burro de carga no ha podido liberar completamente; frente a la riqueza, la miseria; frente al criollo, el aborigen; junto al sabio, el analfabeta. Por eso México no ha luchado sólo por la libertad, sino también por la igualdad, y al formular la solución de nuestros problemas, tras de cruentas revoluciones intestinas, hemos intentado colocar siempre esa solución dentro de los cauces de la ley. La simple lectura de nuestra Constitución es prueba de ello. Parece apretada síntesis de la historia de México. Allí encontramos el planteamiento y la resolución que se intenta dar al problema de la tierra; allí hallamos también la protección de los derechos de clase y el triunfo del Estado sobre el Clero. Y es que la Constitución que en ocasiones, y quizás en sus orígenes, fuera producto del racionalismo puro, ha subsistido en México como resultado de la lucha. El federalismo, el sistema presidencial, los derechos obreros, la redistribución de la tierra, tienen sabor de sangre hermana. Porque todas nuestras grandes revoluciones han desembocado en la Constitución. Y no es de extrañarse, ya que somos un país de gran tradición jurídica. Ahora que estamos celebrando el IV Centenario de la Facultad de Derecho, Jaime Torres Bodet, en maravillosa conferencia nos enseñó lo que es la servidumbre y la grandeza del abogado en nuestro medio. Allí se dijo que "México es un país que ha vivido buscándose en la definición de una estructura legal" y que por ello los abogados mexicanos vivimos en una frontera delicada y mal defendida: "la que separa el mundo apacible de la cultura, del mundo dramático de la acción"; porque los hombres de ley están atados por hilos firmes y numerosos a casi todos nuestros proyectos; porque nuestra concepción de la vida es una concepción de carácter jurídico.
(*) Tameme. Indio destinado al oficio de bestia de carga. Antes de la conquista cada cacique disponía de uno o varios centenares de tamemes. José Vasconcelos destaca cómo el burro vino a liberar a los tamemes, por lo que estima que el asno libertó al indio, y propuso una estatua para el primer borrico que trajo la conquista. Robert G. Storey: vos sois un eminente hombre de ley. Sed, pues, bienvenido a esta noble y leal ciudad de México, de tan noble y leal tradición jurídica.
PRESENTACION DEL SR. ROBERT G. STOREY A CARGO DEL SR. LIC. MIGUEL S. MACEDO
SEÑORES: Cumplo con el honroso encargo de presentar al señor Roberto G. Storey. Ante todo, y puesto que preside la American Bar Association, debo recordar que ésta fue organizada en el Estado de Nueva York para cultivar la jurisprudencia; mejorar la administración de justicia; procurar la uniformidad de las leyes y de las decisiones judiciales en toda la nación; mantener el honor del abogado; lograr relaciones cordiales entre los foros de los Estados y coordinar sus actividades, sobre una base representativa, para bien de la profesión y del pueblo de toda la Unión. Al través de comités y secciones, cubre todo el campo del Derecho, tal como se desprende de su instituto, y en sus tres cuartos de siglo, pues ya celebró su jubileo de diamante, ha sido una de las más fuertes columnas de la gran nación cuyo extraordinario progreso y admirable desarrollo industrial están cimentados en la Libertad y la Justicia. El señor Storey ha acometido la empresa de que la American Bar Association instale sus oficinas principales en un edificio propio, en Chicago, con un anexo dedicado a centro de investigaciones, de legislación y resoluciones judiciales, mediante cuantiosa inversión. Ha sido Presidente de la Sección de Educación Jurídica de la American Bar Association, y miembro del Consejo de Gobernadores de la misma, el cual ahora preside. El señor Storey reside en Dallas, Texas; hizo sus estudios en la Universidad de Texas y en la Universidad Metodista del Sur; en esta última se le confirió el título de Doctor en Leyes (LL.D.), y ejerce la profesión en el bufete "Storey, Armstrong and Steger", al lado de sus dos hijos, abogados también. Ha sido Subprocurador de Justicia de Texas, miembro del Comité Nacional Ejecutivo de la Legión Americana, Regente de la Universidad de Texas, Gobernador de los Clubes Kiwanis en el Distrito Texas-Oklahoma -clubes de carácter internacional entre Estados Unidos y Canadá que, fundados en 1914, cuentan con cerca de 100,000 miembros-; Presidente del Consejo de Parques en la Ciudad de Dallas y Consejero del Hon. Roberto H. Jackson, Magistrado en los juicios de Nurenberg, en 1945 y 1946. Ha presidido la Barra de Dallas y, años después, la de Texas. Es Consejero de una compañía telefónica; Presidente del Consejo de un Banco, y Consejero y Abogado General de tres compañías de seguros de vida. En la Primera Guerra Mundial sirvió en el ejército de su patria como Subteniente, en Artillería Pesada, y en la segunda fue Coronel en Cuerpos Aéreos y desempeñó misiones peligrosas y difíciles. Ha sido condecorado más de una vez y pertenece a la Legión de Honor, de Francia. Como Rector de la Escuela de Derecho de la Universidad Metodista del Sur, ha hecho de ella una de las principales instituciones para la enseñanza del Derecho. Se ha interesado vivamente en dar facilidades a estudiantes...

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