La República de las Letras / Hay buen teatro, pero el público está ausente

AutorHumberto Musacchio

Dice el lugar común que el arte sólo florece en un ambiente de libertad, lo cual es dudoso, pues, por ejemplo, la gran literatura rusa surgió bajo el agobiante clima zarista. Lo indudablemente cierto es que el teatro, bueno o malo, no existe sin el público, sin la fuerza nutricia que sólo da el espectador atento. Un arte dramático sin gente en las butacas está condenado a languidecer, a morir de inanición, a salir de la escena. Ese es el gran riesgo que corre el teatro mexicano, en el que abundan los buenos dramaturgos, directores y actores, pero falta el interlocutor indispensable, el que ve, escucha y juzga desde la luneta. Hace unos días, Víctor Hugo Rascón Banda informaba sobre los problemas de la Sociedad General de Escritores de México, que en 1999 casi había llegado a un prudente equilibrio financiero y que este año nuevamente ha visto disminuir sus ingresos. La razón es que se cayó la recaudación teatral -segunda fuente de ingresos de la Sogem- porque el público sencillamente no ha respondido a la oferta, pese a que la cartelera de estos meses ha incluido obras taquilleras y actores muy populares. Averiguar los motivos de la baja demanda corresponde más a los sociólogos y sicólogos de masas que a los periodistas, pues los efectos más desastrosos de la crisis de 1994-95 han quedado atrás y el año pasado se recuperaron los niveles de consumo de 1994. Aunque nunca sobra, el hecho es que ya hay dinero para diversiones. Otra razón que se esgrime es la inseguridad, pero el hecho es que de acuerdo con la Cámara Nacional de Comercio de la Ciudad de México han bajado los índices de criminalidad -salvo uno o dos- y según las autoridades capitalinas la delincuencia ha disminuido en promedio 27 por ciento respecto de 1997. El otro factor, la oferta, parece que más que satisfactorio, lo que acrecienta nuestra perplejidad.

Entre lo excelente y lo muy popular

La cartelera teatral tiene obras para el gusto exigente. En el San Rafael escenifican un buen duelo de actuación Héctor Bonilla y Demián Bichir con La pareja dispareja; en el Teatro Julio Prieto se ofrece Punto y coma, con Susana Alexander; y los lunes, en el mismo foro, Que yo cambie no es extraño, con Raquel Olmedo; en el Insurgentes se puede ver Los árboles mueren de pie, con doña Ofelia Guilmáin, Juan Ferrara, Luis Gimeno y Leticia Calderón; los lunes, en el Polyfórum Cultural Siqueiros se presenta Ari Telch con El Contrabajo, la obra de Patrick Suskind que dirige sobria y atinadamente...

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