Letras que arden

La literatura provoca que el cerebro evoque sus propias imágenes... y con las escenas eróticas, eso no es una excepción.

Por eso, sexólogos consideran que este tipo de textos y relatos pueden ser una vía para aportarle variedad a los encuentros con la pareja.

"(Podemos) tener acceso a elementos que nos permitan la fantasía y vivir el mundo desde diferentes lugares (...) porque lejos de atarnos a una sola forma de vivir la sexualidad, la puede ampliar", considera Karla Barrios, sexoterapeuta de Grupo Médico Icacos.

Para quienes nunca lo han intentado, Barrios sugiere a hombres y mujeres primero pensar qué es para sí mismos el erotismo.

"Debo ver si lo explícito me erotiza, si necesito cosas más detalladas y elaboradas, que vayan directamente al grano o que no lo hagan", abunda.

De hecho, explica la sexoterapeuta, se debe tener claro qué es para uno mismo la literatura erótica porque lo que se entienda por ella, tiene que ver con nuestras creencias y lo que hemos aprendido a lo largo de la vida.

"La línea entre lo que algunos llamarían como material pornográfico y literatura erótica es sumamente compleja y es personal, porque se basa justo en nuestros aprendizajes y en nuestra experiencia", insiste.

Para la psicóloga y sexóloga Nadine Terrein, la pornografía impresa o cinematográfica y la literatura erótica son muy diferentes, ya que el proceso de convertir las palabras en sensaciones o en imágenes aporta una riqueza que no tiene el hecho de ver las imágenes o escenas sexuales.

"Con las palabras, la imagen creada depende de la historia y gustos particulares del lector", dice.

"Con la cultura del consumo rápido, la pornografía responde a esa necesidad de inmediata satisfacción; el erotismo, por el contrario, necesita madurarse, tomarse su tiempo para disfrutarlo".

Y quien descubre que la literatura sí...

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