La República de las Letras

AutorHumberto Musacchio

El homenaje a Raquel Tibol

Raquel Tibol tiene más de medio siglo en la crítica de artes plásticas y el Conaculta no se ha enterado. Ante el vergonzoso silencio del monstruo burocrático que encabeza Sari Bermúdez, ha tenido que ser la Universidad Nacional Autónoma de México la que se ocupe de recordar a los mexicanos el inmenso valor de la obra de Raquel, su calidad y trascendencia. La UNAM hizo dos videos, un disco de Voz Viva y otro de Radio Universidad para este homenaje que culminó con la ceremonia del pasado miércoles, en la que el rector Juan Ramón de la Fuente entregó a la crítica mayor un diploma alusivo. Tal despliegue fue posible por el interés de Gerardo Estrada, coordinador de Difusión Cultural de la que sigue siendo nuestra máxima casa de estudios, y por el entusiasmo de Graciela de la Torre, directora del área de Artes Plásticas en la misma coordinación. Los unamitas cumplen de este modo la tarea de rendirle honores a quien se define simplemente como una mujer de trabajo, pero de un trabajo tan importante, que sólo el prejuicio ideológico y la mezquindad burocrática han impedido que reciba el Premio Nacional de Artes y otras preseas más que merecidas. Por fortuna, a la señora Tibol no le faltan lectores para sus más de 70 libros, editados en siete idiomas, ni gente del medio de la plástica que la reconoce como una animadora de nuestras artes, una crítica honrada y una mujer excepcional nacida en Argentina, pero en buena hora llegada a esta tierra y naturalizada mexicana.

'Nueva historia mínima' del Colmex

En 1973, El Colegio de México empezó a editar la Historia mínima de México, que debía ser, según el venerable Daniel Cosío Villegas, "una exposición limpia, capaz de atraer y retener la atención de un público numeroso y heterogéneo", al que se ofrecía, más que la habitual relación de nombres, lugares y fechas, una "explicación de cómo y por qué ocurrió en nuestro país lo que en él ha ocurrido". Los autores fueron, además de Cosío Villegas, otros grandes personajes de nuestra historia escrita, tales como Ignacio Bernal, Alejandra Moreno Toscano, Luis González y Eduardo Blanquel, a quienes se sumó en los 90 el no menos célebre Lorenzo Meyer. El pequeño gran libro corrió con tanta fortuna, que en 30 años sus tirajes suman un cuarto de millón de ejemplares, está traducido a 14 lenguas y cuenta con una edición en Braille. Pese a tan resonante éxito editorial, alguien en El Colegio de México decidió que todo en ese volumen estaba...

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