La República de las Letras

AutorHumberto Musacchio

José Emilio Pacheco, presencia indispensable

Para calibrar el aporte de un personaje a la cultura, basta pensar en lo que no tendríamos sin él. José Emilio Pacheco fue el jefe de redacción de la Revista Universidad de México cuando ésta pasó por su mejor momento; por décadas nos ha entregado la columna "Inventario", un luminoso espacio del periodismo mexicano; dirigió la benemérita colección Biblioteca del Estudiante Universitario; preparó una antología indispensable como es La poesía mexicana del siglo XIX y nos ha dado dos novelas redondas: Morirás lejos (1967, Premio Magda Donato 1968) y Las batallas en el desierto (1981); cuentos como los agrupados en El viento distante (1963) y El principio del placer (1972, Premio Xavier Villaurrutia 1973); y poemarios de relectura obligatoria: El reposo del fuego (1966), No me preguntes cómo pasa el tiempo (1969, Premio Nacional de Poesía Aguascalientes) o Irás y no volverás (1974). Miembro de El Colegio Nacional y creador emérito del SNCA, ha recibido los premios Nacional de Periodismo (1980), Malcolm Lowry (1991), Nacional de Letras (1992), José Asunción Silva (Colombia, 1996) e Iberoamericano de Letras José Donoso (Chile, 2001). Hoy, en el Museo de Antropología e Historia, recibirá con merecimiento sobrado el Premio Internacional de Poesía y Ensayo Octavio Paz, cuyo monto es aportado por la sociedad Amigos de Octavio Paz y no, como equivocadamente dijimos aquí, por el CNCA, error derivado de las declaraciones que hizo Sari Bermúdez al presentarse al público la Fundación para las Letras Mexicanas, ocasión en la que anunció que apoyaría el citado premio. Por lo pronto, qué bueno por José Emilio, por el premio que recibe y al que prestigia.

'Sueñan las piedras' fija la historia real

Editorial Era acaba de publicar Sueñan las piedras, obra del historiador Luis Fernando Granados, quien en este volumen informa sobre lo sucedido en la Ciudad de México los días 14, 15 y 16 de septiembre de 1847, cuando la población capitalina, abandonada por el Ejército santanista, debió presentar la última resistencia a los invasores estadounidenses. El libro, sobre todo, acota y precisa las múltiples versiones que existen sobre lo sucedido en esas fechas, sobre las cuales hay una bibliografía abundante, pero no muy exacta; pues en su casi totalidad fue escrita por personas que estaban en la ciudad, pero no presenciaron los hechos que narran, o de plano se hallaban a muchas leguas y días, o meses después intentaron armar...

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