La República de las Letras

AutorHumberto Musacchio

En riesgo de cierre, el Instituto México

La salida de Gerardo Estrada de la Dirección General de Intercambio Cultural pone en riesgo una política de Estado. México es conocido en el mundo por escándalos políticos, como el Pemexgate y los Amigos de Fox, por el poder de sus narcotraficantes y por su cultura. En la prensa internacional ganan fuerza el poder corruptor del tráfico de drogas y las porquerías de nuestra vida política, pero el Gobierno parece empeñado en minimizar la fuerza de su cultura y los logros de sus creadores. En la Secretaría de Relaciones Exteriores se habla de que los intelectuales que ahora se desempeñan como agregados culturales o cónsules serán despedidos o no se les renovarán sus contratos. Más grave será que cierren las sedes del Instituto México, una de las pocas ventanas que tenía el País para mostrar lo mejor de su cultura, e incluso para dar clases de español; lo que no es poca cosa, pues de ese modo compartimos la lengua en la que nos comunicamos los mexicanos, que es la variante del castellano que tiene más hablantes en el mundo.

Compartir nuestra lenguaa es un asunto de Estado, como lo es mostrar nuestra mejor cara y tener en otros países la presencia que corresponde a una nación de 100 millones de habitantes y una de las 10 más grandes economías del mundo. El costo de todo eso, apenas unos 10 millones de dólares, es cosa de risa si se aprecian sus beneficios.

La Iglesia no puede preservar sus bienes

En torno al asunto del ex Arzobispado, fuentes cercanas a Los Pinos dicen que la Presidencia solicitó el punto de vista de "las autoridades culturales" -así, sin especificar si se trata del CNCA, el INBA o el INAH- y que éstas coincidieron en que no era aconsejable la cesión porque hasta ahora la Iglesia Católica no ha mostrado capacidad para preservar adecuadamente los recintos a su cargo, ni para evitar el saqueo de bienes muebles, pues el tráfico de arte sacro sigue siendo un excelente negocios para los delincuentes.

Por otra parte, se recordó que un dignatario eclesiástico dijo que la mitra capitalina no contaba con una colección para ser exhibida en el hipotético museo religioso. Al parecer, el argumento más contundente es que cederle a la Iglesia Católica ese inmueble sería no sólo un hecho regresivo en términos históricos, sino un acto ilegal, pues no han sido derogadas las disposiciones que dieron al Estado mexicano la propiedad de los bienes eclesiásticos anteriores al salinato.

Abraham Zabludovsky...

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