La República de las Letras

AutorHumberto Musacchio

La Rotonda de los Empresarios Ilustres

Es bueno que se reconozca el talento gerencial en un país de escasa cultura emprendedora. Al trasladar los restos de Bernardo Quintana a la Rotonda de las Personas Ilustres se rinde homenaje a quien levantó un emporio a la sombra del proteccionismo estatal y que, según palabras de Juan Ramón de la Fuente, Rector de la UNAM, fue un hombre "comprometido con su Universidad, comprometido con su Facultad, comprometido con el Instituto de Ingeniería, comprometido como pocos con nuestros Pumas" (los futbolistas). Qué bueno que se premie al opulento empresario y generoso filántropo, pero en la fila de los trasladables a la Rotonda había otra figura de la ingeniería que hizo aportes altamente valiosos para México. Se trata de don Javier Barros Sierra, que fue un constructor en varios y muy nobles sentidos, pues ejerció profesionalmente como ingeniero civil, desempeñó cargos públicos del más alto nivel con eficacia y honradez ejemplares, fue un profesor querido por sus alumnos y admirado por sus colegas y, sobre todo, como rector en un momento crucial del País, supo estar a la altura de su tiempo y defendió con inteligencia y firmeza la autonomía de la Universidad Nacional, institución a la que sometió en diversos órdenes a una reforma que todavía hoy arroja beneficios. La demanda de llevar los restos de Barros Sierra a la Rotonda data de hace varios años, pero la retomó en agosto el Rector De la Fuente, en un acto celebrado en la Sala Miguel Covarrubias precisamente para rendir homenaje a Quintana. Lamentablemente, la propuesta en torno a Barros Sierra se perdió en el camino al Consejo Consultivo de la Rotonda, órgano al que pertenece el Rector, y si llegó, ahí se encargaron de eliminarla los representantes de un gobierno de empresarios para empresarios, para quienes los argumentos de orden académico o republicano valen menos que un cacahuate.

Se buscan mujeres para el Panteón

La Rotonda de los Hombres Ilustres mudó de nombre para ser "de las Personas Ilustres", pues se trataba de reflejar "una adecuada perspectiva de género, para no soslayar "dice en sus considerandos el decreto respectivo" la valiosa contribución de la mujer mexicana a la vida nacional". Por supuesto, resulta plausible la intención, pero los buitres de la demagogia ya planean sobre el Panteón nacional con propuestas ciertamente descabelladas, como llevar ahí, junto a los restos de doña María Lavalle Urbina, los de la bella pero pésima actriz...

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