Legó Eloy Martínez una mirada precisa

AutorErika P. Bucio

Al periodista y narrador Tomás Eloy Martínez (Tucumán, Argentina 1934-2010) le horrorizaba la idea de confundir al lector y supo poner a disposición del periodismo los recursos narrativos del cuento y la novela, sin incluir un gramo de ficción.

"Creía que el periodista tiene la obligación de ser fiel a la verdad, a los lectores y a sí mismo mientras que el novelista solamente tiene que ser fiel a sí mismo", dijo la periodista Soledad Gallego-Díaz en el homenaje al escritor, organizado por la Secretaría General Iberoamericana (Segib) y GRUPO REFORMA dentro del ciclo Al pie de la letra.

Un "acto de justicia", como lo calificó la analista política, para un hombre muy querido por sus colegas, siempre dispuesto a ofrecer consejo, facilitar un contacto o hasta un número telefónico.

"A Tomás Eloy le molestaba mucho la expresión 'prefiero a un hombre malo pero inteligente que uno bueno pero tonto'. Pensaba que esa era una asociación perversa entre la maldad y la inteligencia, y la bondad y la tontería (...) Tomás era la demostración perfecta de que eso no era cierto porque era un hombre extremadamente inteligente y bueno", recordó Gallego-Díaz.

Lugar común la muerte, con perfiles de escritores que arrancan en el momento de su muerte, es ya un libro de culto para periodistas, agregó. Siempre se interesó por orientar y formar periodistas, prueba de ello fue su participación en la creación de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano, nacida por impulso deL colombiano Gabriel García Márquez.

Tomás Eloy, fallecido el 31 de enero pasado tras una larga batalla contra el cáncer, formó parte de una generación de periodistas latinoamericanos que, adelantándose al nuevo periodismo norteamericano, hicieron crónicas extraordinarias.

La crónica, decía, nació como un recurso de los grandes escritores latinoamericanos para vivir dignamente de lo que escribían. La literatura como el periodismo, creía, son actos de transgresión: "Todo lo que he escrito en la vida son actos de búsqueda de libertad".

Su gran poder de observación, su "hambre de precisión", su mirada amable pero no condescendiente quedaron grabados en sus crónicas.

"Se ocupó de los hechos pero también, y sobre todo, de la forma en que los representamos, sus crónicas son a un mismo tiempo crónicas fácticas de lo que pasa pero también de cómo vemos lo que sucede, de la opinión pública de un momento, de las mitologías instantáneas que cristalizan en un suceso histórico", dijo.

Tomás Eloy se expresó...

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