Leer o morir / Bella del Señor

AutorGuadalupe Loaeza

¿Cuál será la declaración amorosa más bonita? Quizá muchas personas se hayan hecho esta pregunta. Nos imaginamos que todos los enamorados siempre han deseado tener las palabras más bellas para declararse. Mas, cada vez que reflexiono sobre el tema, recuerdo el maravilloso pasaje de la novela Bella del Señor, del novelista suizo de origen judío Albert Cohen (1895-1981). Cuando apareció esta obra, mucha gente pensó que lo más natural del mundo era que Cohen ganara el Nobel de Literatura. Nada menos que Brigitte Bardot escribió una carta al autor para agradecerle que con la historia de amor de Solal y Ariane había vuelto a soñar.

Solal es un joven inteligente, guapo y valeroso, pero también tiene un rasgo que lo une a toda su familia: la locura. Pero su locura consiste en ser apasionado, algo histriónico y muy romántico. Solal es el subsecretario general, uno de los puestos más importantes de la diplomacia internacional. Durante una reunión, ve que uno de los empleados, Adrien Deume, llega con su esposa, una joven preciosa, Ariane. Es tanta su obsesión que la acecha por todos lados sin que ella se entere. Cuando no soporta más, decide buscarla para declararle su amor. Solal elige la manera más extravagante para acercarse. Atraviesa el bosque con dos caballos y, al llegar a la mansión de su amada, entra en el mayor secreto y se esconde en su habitación. Ahí, comienza a disfrazarse como un anciano desagradable, decrépito y desdentado. Desde su escondite, la observa durante horas.

Cuando ella no se lo espera, Solal sale y le declara su amor. Albert Cohen asegura que esta escena contiene la más bella declaración de amor que jamás se hizo a una mujer. Solal le confiesa que la vio en una reunión diplomática, y que a pesar de ser un viejo y un don nadie sabe reconocer el amor: "Los demás tardan semanas y meses en llegar a amar, y a amar poco, y necesitan charlas y gustos comunes y cristalizaciones. En mi caso fue cuestión de un parpadeo". Solal sigue hablando de su amor, de su pasión incontrolable, y finalmente le pide su amor. Pero Ariane lo escucha muerta de miedo, y sólo piensa en que todo esto acabe pronto. "¿Y si me mata?", piensa. Así que le dice "sí" a todo.

Entonces Solal le pregunta: "Heme aquí ante ti, heme aquí, un anciano pero que de ti aguarda el milagro. Heme aquí, débil y pobre, blanca la barba, y con tan sólo dos dientes, pero nadie te amará ni te conocerá como yo te amo y conozco, nadie te honrará con semejante amor. Tan sólo dos...

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