Para leer el grafiti

(Embargada para sitios en internet hasta las 24:00 horas locales)Por Enrique Berruga Filloy(Presidente del Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales)EL UNIVERSALTuve oportunidad de preguntarle al ex alcalde de Nueva York, Rudolph Giuliani, cómo le había hecho para que la ciudad más grande de EU pasara de ser una de las más violentas a una de las más seguras (y eso en una sola gestión como alcalde). Me respondió como si se tratara de una ciencia exacta: la secuencia de las acciones es la clave; la criminalidad no puede atacarse en todos sus aspectos al mismo tiempo. Hay que ir en orden.Lo primero que debe atacarse -me dijo- son las bases de sustentación del delito. Por eso comenzamos eliminando el grafiti. Cuando escuché la respuesta, sinceramente, consideré que se trataba de una gracejada -Giuliani tiene fama de poseer muy buen sentido del humor. Sin embargo, en esos momentos su cara era la del policía, no del político acostumbrado a alimentar sus relaciones públicas.Me explicó con todo detalle que el grafiti es uno de los medios de comunicación predilectos de los delincuentes. Lo que cualquier ojo poco entrenado ve como simples rayones incoherentes, letras y figuras distorsionadas, para los criminales se trata de mensajes perfectamente claros y elaborados. Los delincuentes se escudan en las pinturas de artistas urbanos y en las pintas de vándalos y marginados, para escribir mensajes encriptados que solamente ellos saben interpretar.Así, donde usted y yo no vemos más que garabatos y letras deformes, el delincuente lee -según me dijo Giuliani- mensajes como: "Hoy a las cuatro de la mañana llegará un embarque de cocaína al muelle 37" o "la policía no llegará a la calle 23 y Primera Avenida, hasta las 12 del día".Cuando la ciudad de Nueva York descubrió que el grafiti era el mecanismo de comunicación por excelencia de los delincuentes, primero aprendió a descifrar los mensajes y así dar duros golpes con esa información privilegiada. Dentro del hampa se pensó de inmediato que había desertores y soplones al por mayor que estaban pasando sus secretos a las autoridades. Después Giuliani se percató de dos cosas: los mensajes en grafiti venían en más de 30 idiomas (mismos que se hablan cotidianamente en la Gran Manzana) y, quizá lo más importante, que eliminar el sistema de mensajería cifrado equivaldría a quitarles el oxígeno que hacía...

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